La
medida tridimensional clásica del espacio alcanza apenas su eficacia sólo para
la estimación del alojamiento de cosas.
Pero
el alojamiento de la vida humana es algo más complejo que el alojamiento de una
simple cosa. Por ello, debe estimarse con exactitud las medidas de amplitud y
profundidad que la vida humana demanda de cada estancia. Parte de las miserias
del Existenzminimum radica en considerar, pobremente, la vida humana como una
simple cosa que a duras penas se conforma por tener largo, ancho y desarrollo.
La
vida humana tiene por cierto mucho más dimensiones. Y con la medida de estas
dimensiones tiene efectivo lugar el auténtico placer y alegría de vivir. El
placer de habitar es el placer de tocar con levedad los lados interiores de las
arquitecturas habitadas.
Así,
las superficies interiores rozan la vida humana con el placer debido a todos
los mortales cuando suscitan ciertas alegrías esenciales.
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