La
tierra constituye el sustrato del habitar.
Es la
superficie que, al alcance del cuerpo, se deja marcar con signos de
pertenencia, de confín, de memoria. Por ello, es la superficie en que
primordialmente se desarrolla la escritura que es el habitarla. Tener los pies en la tierra es radicar
emplazado plenamente en lo real.
Por
más que podamos acceder incluso a una estación espacial, la tierra de allá nos
acompañará siempre como soporte y referencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario