Cuando se presenta a la cultura científica, el
espíritu nunca es joven. Incluso es muy viejo, ya que tiene la edad de los
prejuicios. Acceder a la ciencia, significa rejuvenecerse espiritualmente,
aceptar una mutación brusca que debe contradecir un pasado.
(Bachelard,
1971)
Para
acceder al espíritu científico hay que reservarse una cuota de juventud
irreverente, capaz de ver las cosas de modos alternativos a los habituales. Por
el contrario, la conservación de las ideas dominantes sólo demanda un sentido
del gusto kantiano, que resulta en juicios sintéticos a priori.
Es más, yo como Benny Hill, tengo una edad mental de 17 años!
ResponderBorrarSiempre te leo aunque no comente, abrazo grande