Páginas

Lo que es arquitectura y lo que es una escultura habitable

Oswald Stimm (1923- 2014) Escultura caminable

La imaginación muestra aquello que nuestro entendimiento no está plenamente constituido para percibir e inteligir.


Imaginar

Creemos que es posible fijar, en el reino de la imaginación, una ley de los cuatro elementos que clasifique las diversas imaginaciones materiales según se vinculen al fuego, al aire, al agua o a la tierra.
Gaston Bachelard, 1942

Puede pensarse que la imaginación, antes de  oponerse a la percepción y a su evidencia predispone a la conciencia con un aparato de cuasirazones que hacen posible una nueva acuidad.
Esta asunción reconsidera el papel del mito. Antes de constituirse como un opositor vencido frente al logos, es el camino oblicuo que sigue la conciencia para constituirse ante una realidad en una interacción en que nunca el sujeto opera con una visión desnuda y virgen ante la realidad prístina y plenamente disponible.

Por ello quizá sea fértil indagar en los mitos materiales que nos informan del habitar con el fuego, en el aire, con el agua o en la tierra.

Sinrazones

Carlo Wenzel Zajicek (1860- 1923) Interior soleado (1923)


La falaz propiedad privada de nuestra vivienda nos oculta la entrañable propiedad comunitaria sobre todos los lugares que efectivamente habitamos.

¿Cuál es la razón de reducir el habitar al simple alojamiento?

No sé cuáles son las razones, pero me animo a mencionar al menos una sinrazón al respecto.
Si uno reduce el habitar de su estatuto permanente y ubicuo al parcial y reducido del alojamiento doméstico se debe, en primer lugar, a que de esta manera la soberanía ciudadana sobre los lugares habitados se reduce falazmente a los contornos de la casa. De esta manera puedo reivindicar sólo mi eventual derecho sobre mi alojamiento privado y me enajeno del resto de los bienes comunitarios: nuestras calles, nuestras plazas, nuestros teatros…
Ajenos me son tanto las calles por las que sólo circulo, como los lugares en donde sólo trabajo y me cultivo.

Propio, lo que se dice con propiedad, será apenas mi alojamiento en tanto pueda adquirir esa cosa mercancía denominada vivienda.

Cerca, tras las rejas

Ferdinand Knab (1834–1902) Salida al jardín (1896)


Puede que estemos en el umbral de una nueva arquitectura que concebir, dedicar y conformar. Basta con abrir las rejas, no sin esfuerzo.

Lugares para el enseñoramiento del cuerpo

Puede que haya una arquitectura concebida, dedicada y conformada para que el cuerpo sea bienvenido por los lugares que lo tengan como señor soberano.
Concebir una arquitectura así no es muy difícil: basta dejar de pensar en cosas proyectadas y construidas y poner mucha atención en lo que hacen las personas en los lugares.
Dedicar una arquitectura de esta naturaleza es un poco más difícil: supone reorientar un modo de hacer formado en un sentido cosificador, transformándolo en un hacer que efectúa, ante todo relaciones entre las cosas y las personas.

Conformar una arquitectura perfilada es lo realmente difícil. Pero sólo así el ejercicio profesional de la arquitectura constituirá un humanismo práctico.

Patrones exitosos para la arquitectura de cada día

Margarete Schütte-Lihotzky Cocina de Frankfurt

Una obra maestra de la arquitectura ordinaria: un patrón nuevo para un ámbito especial de la habitación doméstica. No es un objeto singular, sino un paradigma reproducible en forma generalizada.

Arquitecturas ordinarias

Las revistas de arquitectura suelen ilustrar con ejemplar prolijidad aquellos objetos arquitectónicos singulares que pasan por ser paradigmas de excelencia.
Por lo general, son paradigmas de lo excepcional. La arquitectura ordinaria no merece, por su parte, mayor atención. Sin embargo, el grueso de la humanidad habita en estas arquitecturas rutinarias y corrientes. Y si se piensa un poco, lo que determina la efectiva calidad urbana del habitar, no estriba en cuántos edificios singulares de cada arquitecto estrella tenga una ciudad, sino en el nivel dominante de su arquitectura regular.
Ya llegará el día en que juzguemos en su justa medida el valor de las arquitecturas ordinarias.


Cuestiones de apertura (88)

¿Hemos considerado en toda su dimensión la categoría central del agua y de su papel en el habitar?


Insondables

Francesc Masriera (1842- 1902) Muchacha del harén (1890)

Gran parte de las fascinaciones y fantasías sobre los harenes orientales provienen, en primer lugar, del misterio de las muchachas, claro, pero en segundo término, de lo insondable de los interiores de los que sólo tenemos noticia, pero no experiencia.


Colpoprácticas

Adentrarse en un interior no es tan simple como meramente irrumpir.
Adentrarse implica medir el interior no sólo con los pasos, sino que también es necesario separar los brazos, frotar morosamente la burbuja pericorporal con cada uno de los pormenores de la cavidad. Eso lleva tiempo y eso que se suele llamar habituación. Las colpoprácticas son maniobras sucesivas, son aprendizajes lentos, son acumulaciones de sensaciones diversas.

La plena conquista de un interior se consigue acaso con el adecuado y pleno alojamiento del ámbito íntimo en él. Y no sólo irrumpir.

¿Cómo es que llegamos aquí?

Cornelis van Haarlem (1562- 1638) La caída de Ixión (1588)


Si bien no podremos dejar de caer, deberíamos saber cómo es que llegamos a esto, en beneficio de los que aún no están condenados.

Avecinados a la conquista de una bien ganada soledad

Hay cosas que hacen sospechar que, como especie civilizada hemos emprendido dos caminos diferentes para llegar a este entrevisto presente.
Por una parte, un largo proceso histórico en donde nos hemos construido una conciencia específica en donde llegamos, no sin muchas dificultades, a identificarnos bajo la caracterización de especie, esto es, de todo aquello que es Otro, encontramos que somos Uno en nuestra difícil condición humana. De ahí que se pueda pensar que los nuestros, los seres humanos, damos una forma fundamental al habitar este por demás congestionado pedrusco en órbita.
Por otra parte, en un no menos dilatado proceso histórico, nos constituimos como individuos, esa presencia que puebla de inquietud el espejo. Somos Uno, somos singulares, irrepetibles, únicos en nuestro ser y circunstancia. Y estamos cada vez más solos frente al espejo de la conciencia.

Así, llegamos a estar avecinados y, a la vez, sumidos en una recién conquistada soledad.

Ya no podemos adoptar una perspectiva ingenua

Ferdinand Knab (1834–1902) Paisaje de ruinas (1888)


Las cuatro dimensiones clásicas ya no nos bastan para comprender la habitación humana de los lugares. Otras geometrías, otras físicas y otras ciencias humanas deberán construirse para operar competentemente sobre el habitar.

Actividades y nuevas dimensiones

Antes hemos hecho la semblanza de las actividades fundamentales del habitante en las cuatro dimensiones clásicas —las tres espaciales y el tiempo—, así como otras tantas actividades en torno a las energías de que se dispone —sonido, calor, luz—. Ahora es tiempo de dar cuenta de otras actividades en otras dimensiones del habitar que son producto del propio existir del hombre.
Sloterdijk ha aportado luz sobre las siguientes:
  • Las actividades de manipulación sobre el mundo de las cosas en la amplitud y profundidad quirotópicas. Ordenamos nuestro mundo de cosas según precisas ordenaciones y disposiciones arquitectónicas y esto adopta una dimensión existencial particular según cómo y en qué medida las manipulamos y situamos a la mano.
  • Los interiores habitados tienen, en tanto tales una dimensión propia de profundidad que mide los adentramientos prospectivos del sujeto en las cavidades, esto es, hay un conjunto de colpoprácticas (examen de cavidades) que habitan la dimensión histerotópica.
  • Si bien nos hallamos siempre confinados por un horizonte, más allá de éste se desarrollan dos dimensiones diferentes, las que son habitadas de una manera específica. Por una parte, encaramos todo aquello que adviene al conocimiento, lo que descubrimos, esto es, la dimensión alethotópica y por otra parte, damos la espalda a todo aquello ya vivido, alojado en la memoria y el olvido, la dimensión tanathotópica.
  • Por otra parte, conformamos con nuestros semejantes complejas redes tanto de naturaleza erototópica, en donde disponemos afectos y relacionamientos intersubjetivos peculiarmente intensos y apasionados, así como ocupamos las redes ergotópicas, en donde ejercemos la solidaridad y competencia en el trabajo social.
  • Desde arriba se nos impone una dimensión constitutiva de grupos y comunidades, haciéndonos habitar la dimensión nomotópica.
  • Por fín, por mi propia cuenta, sugiero la inclusión de la consideración de la dimensión osmotópica, que informa a los lugares habitados de aromas que identifican, orientan y hacen memoria de éstos.



Vestíbulo

Vestíbulo del Museo de Arte de Turku, Finlandia.


Como su etimología latina lo indica, un vestibulum es aquel lugar en donde se cambia uno de hábito: deja la vestidura pública y adopta la propia del interior. En la actualidad, apenas si dejamos los paraguas, y no obstante, experimentamos en la transición una transformación como habitantes de los lugares. Antaño estos lugares umbrales eran tratados por los arquitectos con la especial consideración que merecen.

Plumas ajenas: Pedro Azara

Un vestíbulo es un espacio interior, común en edificios públicos y privados. Se diferencia de la entrada propiamente dicha, pues se trata de una zona de tránsito entre los espacios interior y exterior. Una entrada da acceso, pero detiene a quienes no se les concede el honor de llegar hasta el centro de la casa. Tras el filtro que la entrada establece, el vestíbulo ya forma parte del espacio interior pero aún constituye una zona que se recorre. Nadie se queda en el vestíbulo.

Pedro Azara, 2016

Cuestiones de apertura (87)

¿Es que los pasillos, corredores y otros lugares similares no demandan una necesaria mayor y mejor tratamiento conceptual arquitectónico?

Día de celebración

Celebremos hoy el día internacional de la Filosofía: detengámonos a pensar.
En busca de la sabiduría
La filosofía es el estudio de la naturaleza de la realidad y de la existencia, de lo que es posible conocer, y del comportamiento correcto e incorrecto. Proviene de la palabra griega phílosophía, que significa «el amor a la sabiduría». Es uno de los campos más importantes del pensamiento humano, ya que aspira a llegar al sentido mismo de la vida.
Muchos pensadores afirman que el «asombro» es la raíz de la filosofía. De hecho, la filosofía proviene de la tendencia natural de los seres humanos de sentirse asombrados por sí mismos y por el mundo que les rodea.
La filosofía nos enseña a reflexionar sobre la reflexión misma, a cuestionar continuamente verdades ya establecidas, a verificar hipótesis y a encontrar conclusiones. Durante siglos, en todas las culturas, la filosofía ha dado a luz conceptos, ideas y análisis que han sentado las bases del pensamiento crítico, independiente y creativo.
Para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la filosofía proporciona las bases conceptuales de los principios y valores de los que depende la paz mundial: la democracia, los derechos humanos, la justicia y la igualdad. Además, la filosofía ayuda a consolidar los auténticos fundamentos de la coexistencia pacífica y la tolereancia.

Habitar al sur

Joaquín Torres García. América del Sur


Algún día habrá que esclarecer cómo es que la Teoría del Habitar encuentra en este rincón del sur del mundo, una tierra fértil para desarrollarse.

Etapas en una genealogía de la Teoría del Habitar (V)

Los que estudiamos la Teoría del Habitar en el sur de América Latina tenemos un privilegio especial: contar con el magisterio orientador del Doctor Arquitecto Roberto Doberti.
El profesor ha tenido la amabilidad de comentar cómo es que ha llegado a ejercer la docencia en el tema en Buenos Aires.
En 1986, hace ya treinta años, la Secretaria Académica del Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires convocó a un Congreso de profesores de la Facultad. La convocatoria sostenía que la formación que se otorgaba  proveía capacidades técnicas de buen nivel pero que no tenía fundamentos conceptuales suficientes, lo que llevaba por un camino de anquilosamiento y progresiva degradación.
Convocaba entonces, a los profesores a reflexionar sobre el tema e insinuaba que sería conveniente agregar a la curricula cursos de sociología, economía, filosofía o los que se consideraran adecuados.
Se presentaran muchas ponencias y yo elaboré una en la que entendía que el diagnóstico era acertado pero la resolución planteada no lo era. Afirmé con énfasis que materias aisladas, sin vínculos entre ellas y desconectadas de la lógica de la arquitectura y el diseño, nos llevarían a una suerte de escuela secundaria sin aportes significativos.
Propuse la creación de una cátedra de Teoría del Habitar, para generar un campo de conocimiento capaza de albergar e imbricar contenidos filosóficos, antropológicos y de otras ciencias pero atendiendo siempre al Habitar como meta y sentido de todas las prácticas proyectuales.
La ponencia tuvo mucha repercusión y si bien el Congreso terminó en tres días se constituyó de modo voluntario una comisión que trabajó durante seis meses alrededor de la ponencia y culminó su tarea proponiendo las orientaciones básicas de la materia, que  se planteó común a todas la carreras de la Facultad, y la titularidad conjunta de la cátedra recayendo en el arquitecto Rafael Iglesia y en mí.
Desde entonces esto se replicó en otras instituciones y la cátedra ya ha recibido más de diez mil alumnos, circunstancia notable dado que su cursado no es obligatorio.

El profesor Doberti es autor de un singular aporte a la disciplina:


DOBERTI, Roberto (2011). Habitar. Nobuko, Buenos Aires, 2011

Lo que siempre llevas contigo

Andreas Wegner (1958- ) ¿A dónde vas? (sd)


Es lo más propio que podemos poseer: una tenue habitación pericorporal que nunca abandonamos sin considerable tragedia.

Una tenue habitación

Allí donde nos encontremos nos acompaña una tenue habitación.
Se trata de una burbuja sutil y es lo más propio que podemos poseer. Es una elástica burbuja pericorporal que nos articula con el mundo. La hemos construido a lo largo de la vida y la defendemos con el recurso de la privacidad. Por ello se endurece en la vida pública y se afina con la estancia en soledad.

Solemos llamarla ámbito íntimo.

Todo el cielo sobre las terrazas

Thomas Fearnley (1802- 1842) Terraza en Sorrento (1834)

Primero, se conquista un lugar eminente. Luego se despeja una superficie horizontal para la estancia y la contemplación bajo el esplendor del cielo. Entonces sucede algo tan espléndido como una terraza.


Honor a los suelos elevados

Una terraza constituye un género particular de habitación.
Se origina en una cierta extensión de suelo elevado algo sobre el paisaje circundante y en ocasiones carece de muros y cubiertas. De la mano de su esencial simplicidad va su versatilidad funcional: domina en ella la contemplación relajada de los alrededores y todo aquello que uno puede llevar a cabo mientras tanto. Se trata de lugares en donde suele ser amable el cielo.

Si bien suelen agradecerse las seguridades de los parapetos, más se valora el despliegue magnífico del cielo.

En donde el sueño tiene lugar

Friedrich von Amerling (1803- 1887) Pescadora dormida (1834)


Hay que asegurarse de contar con un lugar adecuado para dormir, tanto como también adecuado para despertar en él.

Ceremonias y rituales cotidianos: Dormir

Cuando el cuerpo puede descansar con seguridad y comodidad, la conciencia puede tomar de éste una cierta distancia.
Así, un lugar habitable, de un modo muy básico es un lugar en donde la conciencia puede desentenderse por unas horas de la vigilancia atenta del cuerpo y, sobre todo, el lugar en donde cuerpo y conciencia pueden volver a reunirse con placidez. Para ello, el sitio debe ofrecer garantías de seguridad y un confort fundamental en donde el cuerpo distribuye su peso sobre la mayor superficie posible y de la forma más pareja posible.
En los hoteles actuales, la calidad del sueño es el primordial aspecto del servicio. Adecuada insonorización, adecuado confort higrotérmico y lechos firmes y mullidos son claves.

Pero también hay que considerar cómo lucen las cosas en el crucial momento de despertarse.

Cuestiones de apertura (86)

¿Hasta qué punto los valores arquitectónicos, desde la perspectiva del habitar, diferirán de los reconocidos tradicionalmente en el ámbito profesional?

Otras dimensiones físicas de los lugares

Vladimir Makovski (1846- 1920) Una conversación (1910)


La conformación fonotópica del lugar: el tono de la conversación hace de la mesa un lugar que deja afuera al durmiente.

Henri-Pierre Danloux (1753- 1809) El barón de Besenval en su estudio (1791)

La articulación termotópica de los lugares: a espaldas del sillón de orejas ya imperan otras condiciones de confort relativo.

Caravaggio (1571- 1610) La vocación de San Mateo (1600)
Los pintores enseñan a los arquitectos a modelar los lugares con la luz. A aprovechar la lección.

Energías que hacen lugar

Hay al menos tres manifestaciones de la energía que hacen lugar: el sonido, el calor y la luz.
El sonido articula los ámbitos habitados en la articulación activa de esferas fonotópicas que diferencian a propios de extraños con la modulación del volumen y la restricción de la información. Una confidencia susurrada une a dos o más amistades y deja afuera a todos los demás. Si alguien eleva el tono de su voz, concita la atención de aquellos que están algo distantes y conforma así un amplio auditorio. Los solitarios buscan zonas de silencio para encontrarse consigo mismos.
El calor distribuido heterogéneamente articula respectivamente zonas caldeadas y frescas. Así, la proyección del calor de un hogar abierto genera un lugar en su proximidad, alejándolo termotópicamente de las zonas circundantes. Un emparrado señala con su sombra un ámbito de frescura hurtado a una agobiante canícula.
La luz también opera cuando aparece distribuida de modo discontinuo. Caravaggio y Georges de la Tour han mostrado de manera ejemplar cómo una débil luz revela una presencia que se recorta dramáticamente de las sombras circundantes. Con la luz también se modelan lugares habitables.

Las dimensiones físicas de los lugares habitados no se reducen a las cuatro dimensiones físicas clásicas —las tres espaciales y el tiempo—, sino que comprenden además las provenientes de los gradientes de sonido, calor y luz: dimensiones entonces fonotópicas, termotópicas y fototótpicas. Las dos dimensiones primeras fueron puestas en consideración por Sloterdijk (2004); la tercera se agrega aquí, siguiendo su ejemplo.

La arquitectura entre paréntesis, ahora el hombre

Caspar David Friedrich (1774- 1840) El monje frente al mar (1810)


Hay hacia 1975 un importante conjunto de aportes reflexivos sobre la condición humana y la arquitectura. El habitar empieza a abordarse con rigor por parte del pensamiento de algunos arquitectos.

Etapas en una genealogía de la Teoría del Habitar (IV)

Hacia el tercer cuarto del siglo XX hicieron peculiar eclosión un conjunto de publicaciones que mostraban un claro interés en el habitar humano.
Así, el noruego Christian Norberg-Schulz publica en 1971 su Existencia, espacio y arquitectura. Este ha sido un texto seminal para articular la filosofía de la existencia con la disciplina arquitectónica. Este trabajo ha sido seguido por Genus Loci, Hacia una fenomenología de la arquitectura, 1980, L’abitare. L’insediamento, lo spazio urbano, la casa, 1984 y Concept of Dwelling  1993.
Por su parte, el arquitecto catalán Josep Muntañola i Thornberg ha desarrollado una amplia producción ensayística en torno a la categoría del lugar. Así, publica en 1974 La arquitectura como lugar y la serie de Topogénesis uno (1979), dos (1978) y tres (1980).
También se deben tener en cuenta las publicaciones de Christopher Alexander, de clara inspiración estructuralista aplicada al tema. Son especialmente importantes Un lenguaje de patrones (1977) y El modo intemporal de construir (1979).

Estos aportes suponen un contundente y convergente punto de inflexión en el desarrollo de la teoría del habitar.

Olvidos imperdonables

August Wilhelm Ludolph Stegmann (1840-1921) El monasterio de Santa Afra (1921)


Es cierto que no siempre se puede ser un maestro de la arquitectura. Pero este diseño de escalera, en su relación con la puerta secundaria lateral, es sencillamente criminal.

La cadencia de las escaleras

Cierta escalera de Carlo Scarpa asegura, a la vez que un tránsito fluido y regular, una singularidad a cada uno de los peldaños.
Puede pensarse que se trata en este caso de una intensificación abusiva del encarnizamiento arquitectónico. Pero es verdad que cada paso merece una especial atención: el primero del arranque de la subida es singularmente importante (y suele diseñarse diferenciadamente); el último de llegada y remate también tiene su papel que desempeñar; ¿qué decir de los intermedios?

Estructuración fundamental del lugar

Gaines Ruger Donoho (1857- 1916) La Marcellerie (1881)


Un sitio físico, por merced de la presencia humana deviene un paisaje estructurado tanto en las dimensiones físicas clásicas como en las originadas en el propio habitar.

Actividades del habitar en las dimensiones clásicas

En las dimensiones físicas clásicas —las tres espaciales y el tiempo— son peculiarmente vividas por las actividades fundamentales del cuerpo.
Así, la marcha desarrolla ante nosotros la profundidad perspectiva y allí cabe avanzar, por lo general, y a veces retroceder.
La bipedestación supone ocupar la dimensión vertical en donde es posible elevarse o descender.
La latitud comprendida por el desarrollo de nuestra acción y dominio permite ya ensanchar, ya angostar.

Estas actividades fundamentales constituyen una rica y entrañable articulación de significados que son activados con la habitación plena de la arquitectura de los lugares.

Cuestiones de apertura (85)

¿Puede concebirse a la casa, como Kant, el único bastión frente al horror de la nada, la noche y los oscuros orígenes?

La tierra a la mano

Mural egípcio que ilustra la producción de ladrillos 1450 AC

Un ladrillo ya era un muro, la estructura básica de un edificio, el origen de una urbe. Todos estos elementos, del aparejo a la ciudad, estaban ya presentes en la figura de un ladrillo cuya forma geométrica introducía los ejes y las formas geométricas fundamentales con los que organizar y compartimentar el espacio.

Pedro Azara, 2016

El mundo de las cosas a la mano

Los homínidos se convierten en quiroprácticos, que por medio de sus recién adquiridas manos establecen relaciones extrañas con las cosas. Sí, la existencia de “cosas”, en el sentido de objetos manejables y públicos en torno a nosotros, es ya un reflejo mundano del acontecimiento que supone que un día en la sabana ciertas islas de monos emprendieron el camino a la adquisición de manos
Sloterdijk, 2004

Las manos humanas, liberadas del compromiso locomotor, se revelan pronto decisivas para la autoconstitución humana.
En efecto, al asir algo, esto se vuelve una cosa; al lanzar esta cosa, hay una acción a distancia, una conquista práctica de un lugar, una distinción estructural básica entre aquellas cosas-a- la-mano, por una parte y los entes que no-están-a-la-mano. El lugar, entonces, llega a ser el lugar geométrico de todas las cosas a la mano.

El habitar integra en el lugar el producto interno de todos los asimientos efectivos. Por obra de las manos, hay cosas y hay un mundo de estas que se despliega a nuestro alrededor.

Una sustancia sin cualidades sustanciales

Béla Spányi (1852–1914) Paisaje de un río al anochecer (1914)


Habitamos esa sustancia diáfana, sutil y evanescente que parece abrirse con levedad a todo lo que es, casi sin aparecer en la percepción, pero con la esencial cualidad de lo respirable.

Plumas ajenas: Gaston Bachelard

El aire nietzscheano es entonces una extraña sustancia, es la sustancia sin cualidades sustanciales. Puede, por lo tanto, caracterizar al ser como adecuado a una filosofía del devenir total. En el reino de la imaginación, el aire nos libera de las ensoñaciones sustanciales, íntimas, digestivas. Nos libera de nuestra adhesión a las materias: es, pues, la materia de nuestra libertad. A Nietzsche el aire no le trae nada. No le da nada. Es la inmensa gloria de una Nada. Pero no dar nada ¿no es el más grande de los dones? El gran donador de las manos vacías nos libera de los deseos de la mano tendida. Nos acostumbramos a no recibir nada, en consecuencia a tomarlo todo.

Bachelard, 1953