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Una propuesta arquitectónica al tono con el espíritu de estos tiempos

El viejo hotel San Rafael, en Punta del Este, Uruguay

El hotel San Rafael ha cumplido un importante papel en el desarrollo de su comarca como destino turístico.
En la época de su inauguración supuso un muy importante centro de atracción en la costa oceánica de Punta del Este, balneario desarrollado con establecimientos similares puestos a la vanguardia del poblamiento de estas costas. Con el correr del tiempo, sin embargo, su desempeño como hotel dejó de tener el brillo de otrora y hoy amenaza devenir en una célebre ruina.
Fruto de la alianza de un importante inversor italiano con el reputado arquitecto Rafael Viñoly, se ha presentado recientemente un proyecto de revitalización del edificio original... acompañado de un conjunto de torres de altura excepcional para la zona. La propuesta luce como sigue:

La opción del arquitecto Rafael Viñoly

So pretexto de la rehabilitación del hotel, se propone la erección de un conjunto de altos edificios, el mayor de los cuales constituiría, con sus más de 60 pisos, el más alto del Uruguay. En este nuevo contexto, el edificio histórico queda reducido a la escala de un gazebo en un jardín.
Uno puede dudar, legítimamente, entre rendirse a la autoridad profesional del famoso arquitecto, a la trascendencia socioeconómica que tendría una excepcional inversión inmobiliaria, al encantamiento de que algo grande suceda en nuestro tímido y pobretón paisito, por una parte, o bien escandalizarse con la emergencia de un abierto menosprecio por la geografía y paisaje preexistente, por la prepotencia del dinero que busca lavar su condición o la desilusión definitiva de hacer de esta comarca un lugar bueno para habitar sin exclusiones sociales y económicas.
Uno puede dudar, legítimamente, mientras otros no dudan, operan.
Y los que operan hacen uso de una imaginación de cosas grandes, altas y famosas, de festines económicos allí donde el mercado premia con su aprobación más contundente: comprando y comprando caro, si cabe, de un desarrollo económico lanzado al éxtasis de una continua realimentación de su propia lógica: una serpiente que se acicatea a sí misma mordiéndose la cola. Los que operan actúan allí donde los crudos hechos le confieren la cuota de razón y sensatez: allí donde la lógica del sistema avala sus propuestas, allí donde los ricos & poderosos quieren que las cosas se sitúen a su conveniencia, allí donde los que mandan arreglan las cosas según sus pareceres, hasta el fin de los tiempos.
Sin embargo, uno puede dudar, legítimamente, que las cosas podrían ser diferentes a como se van presentando, aunque pueda temer que, cuando se demuestre que cierta prudencia respetuosa con personas y ambientes tenga, en última instancia, más sólidas y perdurables razones, entonces ya será demasiado tarde. Porque ciertos equilibrios son frágiles, inestables y difícilmente defendibles sólo en representación del beneficio común. Porque el espíritu de estos tiempos no colabora con la representación del beneficio común.

3 comentarios:

  1. Tal cual, quien sabe los promotores piensan que se va a aprobar este proyecto tan fuera de escala con Punta del Este. Tal vez sea solo un pretexto para un emprendimiento no tan descomunal, pero tb fuera de foco. Algo menos malo, digamos. Estrategias son estrategias

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  2. Muy buen artículo que comparto. Esperemos que el sentido común y la honestidad política gane sobre la fuerte presión que ejerce el poderío económico. Este hecho me toca muy de cerca ya que a pesar de haber nacido en Montevideo, quiero y frecuento el departamento de Maldonado y en particular a Punta del Este. Siento nostalgia del balneario de mi infancia cuando veo crecer las torres que son ocupadas solo un mes al año y que en el resto se transforma en una ciudad fantasma.

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