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Galerías a tempo andante

Petar Milošević (s/d) Galería Uffizi en Florencia (2014)

La arquitectura rinde honores a la marcha y a la profundidad perspectiva con la elaboración de galerías.
Puestos a andar hacia el foco, los elementos de la galería se disponen en amparo del desplazamiento distendido y noble. El tratamiento de las salientes verticales y horizontales, la cadencia de vanos, el despiezo del pavimento se confabulan para proponer un ritmo a la marcha. Por su parte, el juego de las proporciones propicia tanto el itinerario como el tempo ajustado del desplazamiento.
La galería propone hacer de una actividad fundamental del sujeto una ceremonia, tan noble como sencilla. La riqueza del equipamiento y ornato de una galería está en función a la cadencia de detenciones que suscita.

Así se comprende que habitar, en cierto sentido, es asunto de marchar y detenerse. 

Ciudades proyectadas y ciudades diseñadas

Carlos Menck Freire (1928- ) Vista de Montevideo en 1810

Montevideo, como tantas otras ciudades resulta, en lo fundamental, de un proyecto. No resulta, sin embargo de un diseño arquitectónico-urbanístico. La distinción entre proyecto y diseño es importante aquí en vistas a la realidad histórica urbana.
Hay un proyecto cuando existen unas claras, pero incompletas configuraciones lanzadas a un futuro, en los términos en que este puede entreverse. La forma resultante no está claramente determinada más que en ciertos rasgos que sólo delinean un esbozo provisorio y revisable de lo que será.
En cambio, hay un diseño cuando las configuraciones son precisas, exhaustivas, completas. La forma resultante está muy clara y especificadamente determinada de una vez y acaso para siempre. Una forma urbana diseñada no se corrige, se demuele y se la sustituye. Hemos tenido Ciudadela muy precisamente diseñada. En la supresión y el olvido republicano independentista se funda la actual Plaza Independencia.

Por fortuna, Montevideo es una ciudad meramente proyectada y sólo le alcanza, en las mejores ocasiones, muy puntuales y modestas instancias de diseño urbano. Nada irreparable, por suerte.

Alegrías fundamentales

Sydney Harpley (1927-1992) Chica en columpio (1984)

A los niños parece complacerles mucho el balanceo, el juego que pone al cuerpo en movimiento desafiando al sentido del equilibrio.
Cuando uno observa a un infante disfrutando intensamente de un mecanismo tan simple, puede ocurrírsele la peregrina idea: o bien, recuperar las alegrías fundamentales de la infancia, como tales, o bien, descubrir cómo los adultos podrían asimismo disfrutar de cosas tan sencillas sin incurrir, necesariamente, en puerilidad.


Plumas ajenas: Gloria Franco Rubio

La domesticidad es una invención, es decir, una construcción cultural; un concepto abstracto que hace referencia a la forma de concebir el hogar y el espacio circunscrito a él de manera que la ocupación física, psicológica y simbólica de la vivienda adquiere unos rasgos determinados, llegando a generar un estilo y una forma determinada de vida; en este sentido, presupone la intencionalidad y la voluntad de crear en el interior de los hogares un clima considerado ideal por los propios moradores; un marco para la convivencia y cohabitación que, al basarse en ciertas reglas que facilitan la satisfacción de las necesidades fisiológicas y emocionales, puede asegurar el orden y la estabilidad internas, siendo percibido por sus residentes como radicalmente distinto al espacio exterior, en tanto que desordenado e inestable. Algunos autores como Edward Shorter hacen una interpretación más restrictiva de la domesticidad; para el historiador de la familia inglés la domesticidad está ligada a la familia moderna, la familia nuclear, y es definida como «la conciencia que tiene la familia de sí misma como una preciosa unidad emocional que debe ser protegida de los extraños con privacidad y aislamiento

Franco Rubio, 2012

Allí en las honduras del interior

Jan Hendrik Weissenbruch (1824- 1903) La casa Weissenbruch en La Haya (1888)

Luego de un moroso adentrarse podemos adueñarnos de las honduras del interior.
Podemos experimentar las emociones propias de las honduras de lo íntimo. Lo primordial es el abismarse en una profundidad que no se vence con la marcha, sino con un acomodamiento más sutil del cuerpo en la cavidad del lugar. Acceder a la profundidad interior de un lugar es resultado de una habituación, en donde el cuerpo ha conseguido excavar para tener lugar allí. Según Heidegger, la vivencia efectiva del espacio nace del desbrozar el bosque, de aviar el espacio. En este caso no se trata de desbrozar, sino de inmiscuirse, de vencer una muy tenue pero siempre presente resistencia a la intromisión. El interior, amablemente vencido, nos recibe de buen grado en tanto conforta con su amparo, contiene con su refugio, recibe con su envoltura.

En correspondencia con ese recibimiento, el cuerpo tiene el consuelo de volverse pleno, contenido y amparado.

Abluciones, lavados, eliminaciones

Standard Sanitary Manufacturing Company Muestra comercial (1912)

La denominada sala de baño es un ámbito de inserción tardía en el interior de la casa. Concurren varios procesos históricos en esta irrupción.
Por una parte, se ha desarrollado una ardua ingeniería que toma el agua del ambiente, la vuelve potable, la distribuye en la ciudad, se inmiscuye en las entrañas de la casa y es devuelta al ambiente como agua altamente contaminada. Un ciclo antrópico domesticador del agua ha sido costosamente desarrollado, no sin pérdidas.
Por otra parte, el antiguo rito purificador de la ablución y la inmersión ha cedido lugar a la yuxtaposición de usos cotidianos que sólo tienen en común el uso intensivo de agua limpia: abluciones, lavados, eliminaciones. A lo excepcional de la purificación episódica le sucede la banalización cotidiana. Así, profanamos el agua depurada con todo tipo de sevicias, arrojando lejos asquerosidades malolientes y malsanas.
También concurre una renovada preocupación por la intimidad, el aseo y el arreglo personal. En lo hondo de la sala de baño aguarda siempre un espejo implacable.
Las antiguas maravillas del agua límpida y surgente se sustituyen ahora por la infamante domesticación de ésta en ocultas cañerías: ahora los falsos ídolos del fariseísmo contemporáneo son los aparatos de grifería y los sanitarios.

El agua, por su parte, suele vengarse de esta injusticia en forma de humedad por pérdidas.

Los lugares trabajados

Lewis Hine (1874- 1940) Trabajo de un mecánico en una bomba de vapor (1920)

El espacio en el que se reparte cooperativamente el peso de las tareas lo llamamos el ergotopo: sus habitantes, los ergotopianos, están unidos en comunidades de esfuerzo.

Sloterdijk, 2004

La moral capitalista, mezquina parodia de la moral cristiana, castiga con un solemne anatema la carne del trabajador; su ideal consiste en reducir al mínimo las necesidades del productor, en suprimir sus goces y sus pasiones, y en condenarle al papel de máquina redentora del trabajo sin tregua ni misericordia.
Paul Lafargue, 1880

Una economía constituye una intensa trama de tareas dominadas por el afán de incrementar globalmente el producto económico social. Este afán hegemoniza el orden ergotópico de los lugares habitados. Una gran parte del orden impuesto a nuestras ciudades obedece puntualmente a las solicitaciones de la organización social del trabajo y del intercambio generalizado de su producto.
Casi se nos va la vida en un esfuerzo colectivo en donde enajenamos algo constitucional de nuestra condición humana, en favor de un orden inhumano de incremento de una riqueza cada vez peor distribuida.

El humorista argentino Oski  (Oscar Conti , 1914- 1979) afirmó en cierta ocasión: el día que se avive el caballo, se acabó la equitación. ¿Qué haremos nosotros con nuestros propios jinetes? ¿Y con las riendas?

Ser, estar, representar en el salón burgués

Franz Alt (1821- 1914) Salón Biedermeier (19149

El salón burgués opera como una fachada interior.
Parte de lo que el edificio muestra hacia el espacio público se le replica en el pliegue del salón. Orden, pulcritud, acumulación de bienes, tales los signos principales del equipamiento y el atrezo.
Proveniente su patrón arquitectónico del salón aristocrático, este salón conserva su carácter de lugar social por excelencia. Ser, estar, representar, son los contenidos de la semiótica arquitectónica del lugar.
Las variantes se deben, en lo fundamental, a una cierta racionalización de los usos del espacio y el tiempo, en donde la extensa y formal articulación de los palacios aristocráticos cede a las constricciones de la lógica burguesa, constreñida en una residencia más sumariamente arreglada. Pero hay detalles significativos: mientras que un salón aristocrático se equipa con mobiliario “noble” y “auténtico”, en el salón burgués domina aquello que ha emergido en el mercado en términos de buena inversión, duradera.

Es digno de estudiarse el procedimiento que aunó las estrategias de comunicación tanto en la arquitectura “dura” —el aspecto exterior, la fachada tectónica—, así como en la arquitectura más laxa de los interiores.

Urbanitas comprometidos

Claude Monet (1840- 1926) Boulevard des Capucines (1873)

El “comprometido” observa a la ciudad con una mirada implicada. En algunos casos porque le atañe directamente (puede ser la materia específica de su actividad, su objeto de trabajo) y, en otros, porque la persona se siente integrada en un cuerpo urbano y quiere ofrecer su aportación. El ciudadano comprometido adopta una actitud atenta, que indaga en la realidad intentando profundizar en causas y en porqués, para poder fundamentar sobre ellos su opinión e intervención. Por estas razones, recopila información, la analiza, incluso se abstrae de la realidad para poder diagnosticarla con mayor objetividad. Esta actitud puede descubrirse entre responsables urbanos (políticos y gestores municipales); profesionales (con criterios técnicos o artísticos, como en el caso de los arquitectos, o meramente económicos como sucede con los inmobiliarios); también en investigadores de lo urbano (sociólogos, historiadores o cronistas); miembros de asociaciones (vecinales, por ejemplo); o en colectivos preocupados por su entorno (tanto físico como social). Pero a pesar de su intención generalista, su participación suele ser interesada y parcial, bien por focalizarse sobre su “especialidad” o bien por cuestiones ideológicas. 
Blasco et al., 2016

Quizá lo primero que un ciudadano comprometido debe hacer para adquirir a justo título el calificativo de “comprometido” sea desconfiar metódicamente de los tecnoburócratas.
La profundidad del compromiso del urbanita se ve jalonada por su inmersión atenta en la vivencia de la ciudad, por la identificación clara y distinta de sus problemas, por la sistemática indagación por las causas socioeconómicas de éstos y por la entrevisión de soluciones políticamente negociables en un marco sociopolítico participativo. Se dice fácil.

Pero el principal punto orientador de tal compromiso debería constituir la convicción que tanto la ciudad como la condición de urbanita es cualquier cosa menos una especialidad.

Honduras de los patios

Santiago Rusiñol (1861- 1931) El patio azul (s/f)

Una vez más comprendí hasta qué punto la felicidad terrena está hecha a la medida del hombre. No es un ave rara a la que debemos perseguir un momento en el cielo y al siguiente en nuestra mente. La felicidad es un ave doméstica que se encuentra en el patio de nuestra propia casa.
Nikos Kazantzakis

Los patios no tienen una hondura sino, al menos, tres.
La primera es fácil de reconocer: así como se contornea el horizonte, la razón entre su altura relativa y su amplitud permiten apreciar esta hondura.
Pero también es preciso observar que el horizonte elevado, esto es, el contorno superior (esto que los angloparlantes denominan skyline) también contornea el cielo. Ocurre entonces que el cielo propio de cada patio tiene una hondura procedente de tal recorte. Cuanto menor sea la extensión relativa del cielo, el patio es más hondo hacia arriba del horizonte elevado.
Por otra parte, un patio tiene la condición paradójica de constituir un interior descubierto. Como interior que es, tiene una profundidad histerotópica, una hondura específica de su cavidad, una dimensión específica del adentramiento que exige.

La arquitectura de los patios, entonces, es una poética de honduras.

Valores en juego en el habitar (III)

Pablo Lavaselli (s/d) Escuela rural en Misiones, Argentina

El cierre superior de las esferas axiológicas implicadas por el habitar lo constituye una esfera superior de síntesis que da cuenta de los valores plenos de la condición humana.
Los valores superiores propios del habitar suponen una reelaboración crítica de los valores puestos de manifiesto en relación con las condiciones de vivienda: adecuación, dignidad y decoro.
En lo que refiere al habitar, que comprende, como referente una dimensión mucho más general e integral que la vivienda, el valor de adecuación debería reformularse en la expresión magnitud conforme. La magnitud conforme de los lugares para habitar es el conjunto de condiciones físicas que deben reunir para constituir lugares adecuados. Se entiende magnitud conforme por considerar la magnitud que conviene a las personas dada su constitución, diferenciándose de las determinaciones de estándares mínimos, de carácter y origen tecnoburocrático.
Por su parte, el valor de dignidad proviene de la propia condición humana. Puede considerarse que ser humano es constituir una situación en los lugares ocupados o poblados, con lo que los lugares son condignos con los sujetos que los habitan.
El tercer valor puesto en juego, es el del decoro, esto es, la adecuación de la forma final y acondicionamiento pleno del lugar con que la dignidad del habitante no sufra menoscabo, ni estigma, sino plena identificación.

Los valores de magnitud conforme, dignidad y decoro rematan la esfera axiológica propia del habitar la humanidad sus lugares.

Valores en juego en el habitar (II)

GaylaLin (s/d) Ventana del dragón verde (s/f)

Dentro de algunas décadas, la relación entre el ambiente, los recursos y los conflictos será tan obvia como la conexión que vemos ahora entre derechos humanos, democracia y paz”-
Wangari Maathai

Rodeando el núcleo primitivo de valores en el habitar, existe una esfera axiológica relativamente más evolucionada. Esta esfera incluye a valores tales como la sustentabilidad.
Tal como se la entiende actualmente, la sostenibilidad del hábitat se despliega en aspectos ambientales, sociales y económicos.
La sustentabilidad ambiental es el aspecto que versa sobre las relaciones entre el hábitat humano y el ambiente que lo vuelve posible. Este valor está fundado en la prosecución de un equilibrio dinámico que asegure el desarrollo futuro de la vida humana en un ambiente que regenere constante y durablemente las condiciones propicias a la vida.
La sustentabilidad económica supone la correspondencia entre el desarrollo económico orientado en  términos de viabilidad ambiental y equitativos desde el punto de vista social. En este sentido, la sustentabilidad económica del hábitat aparece fuertemente condicionada por los mecanismos de redistribución de la riqueza y de la provisión de pleno empleo.
Por su parte, la sustentabilidad social apunta, como valor, a la consecución de la justicia social, la plena integración de los sujetos en el entramado social y la no discriminación generalizada.

Esta esfera envolvente de valores supone un paso crucial desde el núcleo axiológico primitivo y la plena realización humana de los valores del habitar.

Valores en juego en el habitar (I)

Frank Vincentz (s/d) Capilla Baldeney, en Essen (2011)

Puede considerarse que existe, desde un punto de vista evolutivo, un núcleo primitivo de valores en el habitar.
Seguramente, uno de estos valores es el de la seguridad.
En principio, es necesario considerar la seguridad física elemental que brinda el lugar habitado en lo que toca a riesgos vitales: violencia, incendio, derrumbes. Se trata de un aspecto muy básico y primitivo, pero insoslayable.
También la seguridad tiene aspectos sociales y jurídicos. Se espera, de un punto de vista primordial, que los lugares habitados constituyan territorios a salvo de intromisiones indebidas de terceros y que exista un regular y reconocido estatuto de uso, goce y hasta de propiedad.

Por último, hay aspectos simbólicos que es necesario considerar. El valor de la seguridad es tanto un valor propio de las condiciones materiales y energéticas del lugar, así como es un signo, en donde la configuración resulta segura y se significa como tal.

Ante, en y tras la puerta

ntonin Hölperl (1820-1888) Vendedor eslovaco de vidrio (1888)

Nunca se sabe qué encontrará uno tras una puerta. Quizá en eso consiste la vida: en girar pomos.
Albert Espinosa

A efectos de situarse ante una puerta, lo más deseable, en todo caso y si uno se toma estas cosas en serio y concienzudamente, es inspirar con serenidad. En efecto, abrir una puerta, con la expectativa que suscita, nos debe encontrar preparados y con el ánimo templado. Cruzar de un ámbito a otro es una actividad delicada. Con esto, la problemática cuestión de asir y operar el picaporte tiene siempre algo de irremediable.
Abierta la hoja, es preciso detenerse muy brevemente en el umbral. Acontece, nada más ni nada menos que irrumpimos en otro lugar y la operación demanda una cierta trémula emoción. Solo los espíritus muy endurecidos por lo basto de la vida corriente no advierten el estremecimiento que promueve presentarse en el umbral. ¿Será bienvenida nuestra figura? ¿Ante quién apareceremos? Lo más aconsejable es detenerse, casi imperceptiblemente, y evaluar muy rápida y prudentemente la situación. Hay que dominar el sutil arte de aparecer en la puerta.
Tras el pasaje por el umbral, todo es inaugurar. La vida, luego de una breve e inquietante instancia, recomienza y promete lo suyo. No conviene de ningún modo olvidar o soslayar desde dónde es que venimos. Tampoco es de persona prudente equivocarse sobre la condición del lugar al que accedemos.

La vida del mundo se remueve quedamente atravesando las puertas

Constructos conceptuales en política del habitar (III)

Friedrich Friedländer (1825-1901) La conversación de veteranos (1901)

Un tercer constructo conceptual de una política del habitar lo constituye la promoción del desarrollo social.

Se trata de reinterpretar el tradicional concepto de desarrollo económico al vincularlo con los procesos de inclusión e integración social en un orden justo y de gestión democrática. No es sostenible el actual modelo de desarrollo socioeconómico que impone cada vez más abismales diferencias sociales, culturales y económicas entre los ciudadanos. El cabal desarrollo perseguible es aquel que difunde sus beneficios entre el cuerpo social de modo integral e integrador.

Constructos conceptuales en política del habitar (II)

Friedrich Friedländer (1825-1901) El cortejo (1901)

Un segundo constructo conceptual en política del habitar lo constituye la territorialidad.
Con este término se entiende la necesaria referencia de la realidad efectiva del territorio en una política que no puede planear sobre este desentendiéndose de los efectos que generan intervenciones arquitectónicas y urbanísticas en su contexto. Es la indiferencia ante la realidad social, geográfica y cultural de los diversos territorios la que aqueja a las políticas habitacionales al uso, que diseminan conjuntos residenciales sin la condigna cobertura de servicios de enseñanza, salud y otros. Es tiempo en que se piense en territorios que se desarrollan de manera integrada y promueven la localización, distribución y acondicionamiento de los lugares para vivir en estos.

El componente territorial de la política del habitar aterriza la política, literalmente. Y al hacerlo, la aproxima al ciudadano.

Constructos conceptuales en política del habitar (I)

Friedrich Friedländer (1825–1901) El político popular (1868)

La superación de las actuales políticas sociales de vivienda por una política del habitar supone construir claramente un concepto de integralidad.
Una política del habitar tiene características de integralidad porque aborda los problemas del hábitat en forma global y no se circunscribe a ofrecer accesos a la vivienda a las personas necesitadas. El problema del hábitat es mucho más complejo y sistémico que el problema de la vivienda de interés social.
Una política del habitar no es una política social, si por ello se considera una política exclusivamente enfocada hacia los sectores aquejados por la pobreza. Una política del habitar es una política de desarrollo social, lo que implica una consideración integral del conjunto del cuerpo social en donde prima el concepto de desarrollo inclusivo total, esto es, el desarrollo económico, cultural y social, como alternativa a las actuales segregación socio espacial, discriminación socio cultural y estratificación socio económica.

El primer constructo conceptual radica, entonces en una necesaria integralidad superadora de la inapropiada especificidad de las políticas de vivienda de interés social.

Cuando del habitar sólo resta una tenue luz

Kawase Hasui (1883- 1957) Lluvia en Omiya (1930)

Cuando del habitar sólo resta una tenue luz, entonces domina la intemperie, el abandono y una tristeza particular.
Las luces del habitar resplandecen con un brillo cálido, trémulo e indefenso. Entonces, la noche es más oscura, húmeda y fría, el cuerpo padece su ambiente y añoramos el consuelo del amparo. En tal desarraigo podemos experimentar una real pobreza, la penuria de la afueridad, si cabe el término

Cuando del habitar sólo resta una tenue luz, todo es lejanía, desamparo y una tristeza particular que sólo cabe sentir antes de intentar definirla.

Pacientes

Vasily Verershchagin (1842- 1904) Carta interrumpida (1901)

La enfermedad postra y el poder médico hace de las personas, pacientes.
El psicólogo argentino Gabriel Rolón ha acuñado una expresión sugestiva: padecientes. Gente que padece y es paciente, esto es, sujetos doblemente dominados por el sufrimiento y la atención. En nuestros hospitales y sanatorios no es infrecuente que el cuerpo se vea invadido por diversos dispositivos de control y tratamiento que refuerzan el carácter inerme del padeciente. Recientemente pude padecer junto a un moribundo la música concreta de monitores y respiradores que despiden a los mortales con los signos electromecánicos del cuidado.

Por mi lado, preferiría partir con cierto andante de una de las últimas sonatas de Schubert (en mi bemol mayor D568) y no con esta alienante alternancia de pitidos electrónicos que torturan con solicitud.

Retirarse a estudiar

Marinus van Reymerswaele (1490- 1546) San Jerónimo (1541)

¿Cómo es posible vivir sin la ciencia de las Escrituras, a través de las cuales se aprende a conocer al mismo Cristo, que es la vida de los creyentes?
San Jerónimo

El retirarse a estudiar supone un conjunto secuenciado de asunciones.
En primer lugar, la Materia de Estudio es, por su naturaleza, Sagrada.
Segundo, el estudioso tiene la indisoluble vanidad de creer que la tarea está a su alcance, aunque le demande esfuerzo.
Tercero, el estudioso avanza siempre observando la torva calota craneana que resulta un memento mori: la vida es corta y la tarea larga.
Cuarto, es preciso estar dispuesto a perder la razón, pero no la fe.
Quinto, todo lo que puede saberse está escrito en el Libro y sólo se trata de acometer la única y excluyente exégesis de todas y cada una de sus palabras.

Las condiciones para retirarse a estudiar no han cambiado tan sustancialmente desde el siglo VI d. C.