Páginas

Teoría de la finalidad habitable: aquello que hay que producir

Childe Hassam (1859–1935) Niños (1897)i

El arte no enseña nada más que el significado de la vida.
Henry Miller

La teoría de la finalidad habitable tiene consecuencias de orden productivo.
En primer lugar, si el habitar es la causa final de la arquitectura, es el habitante y su condición humana la causa material y formal de la conformación efectiva de lugares para vivir.
En segundo término, la arquitectura no se concibe en la mera concreción de cosas construidas, sino como la efectivización de relaciones de habitación entre las personas y los lugares. La producción arquitectónica, entonces, no es una producción de cosas sino una producción de relaciones humanas con los lugares.
Por último, la arquitectura no se contenta con el diseño pleno y acabado de la forma, sino que origina una proyección constructiva de los lugares que se completan sólo en el habitar efectivo de las personas. Las arquitecturas son, entonces, obras en construcción y reformulación según los pulsos de la vida que alberguen.

La arquitectura de la ilustración no se restringe a la habitación construida; son los niños que la pueblan los que les confieren sentido pleno y vital.

Teoría de la finalidad habitable: aquello que hay que practicar

Childe Hassam (1859–1935) Camino de regreso (1884)

Los hombres son criaturas muy raras: la mitad censura lo que practica; la otra mitad practica lo que censura; el resto siempre dice y hace lo que debe.  
Benjamin Franklin

La teoría de la finalidad habitable tiene consecuencias de orden práctico.
La primera consecuencia es que el depositario principal de las prácticas sociales de concepción y proyecto ya no es, por definición, una reserva de un conjunto de profesionales especializados, sino que es el fondo del psiquismo de cada habitante.
La segunda, derivada de la anterior, es que a las prácticas proyectuales y constructivas tradicionales de los arquitectos profesionales debe agregarse una atenta actividad hermenéutica de los deseos y demandas de los sujetos habitantes.
Una tercera consecuencia es la deriva crítica de la concepción restrictiva profesionalista tradicional a la consideración plena y profunda de la arquitectura como actividad social de producción.

La Teoría del Habitar constituye un nuevo derrotero para las prácticas arquitectónicas y quién sabe si no constituirá un camino de regreso a su verdadero origen.

Teoría de la finalidad habitable: aquello que hay que saber

Childe Hassam (1859–1935) Tarde de verano (1886)

Es mejor saber después de haber pensado y discutido que aceptar los saberes que nadie discute para no tener que pensar
Fernando Savater

La teoría de la finalidad habitable tiene consecuencias de orden epistemológico.
En este marco, aquello que hay que saber es sobre la condición humana del habitar. Puede pensarse que este compromiso tiene, al menos, ciertas orientaciones generales:
La primera es desarrollar modos rigurosos de observación de la conducta habitable.
La segunda consiste en desarrollar asimismo formas eficaces de interpretar estas conductas, tanto en la perspectiva del estudioso, así como en los significados que el habitar adopta en la perspectiva propia de los habitantes
Por último, debe construirse una plataforma de investigación, una deriva heurística a efectos de orientar estratégicamente los estudios.

Todo esto para conseguir saber lo necesario y relevante del modo de habitar una ventana una tarde de verano, entre otras cosas.

Teoría de la finalidad habitable

Kawase Hasui (1883- 1957) Noche lluviosa en Nissaka, (1942)

Empieza por el principio - dijo el Rey con gravedad - y sigue hasta llegar al final; allí te paras. 
Lewis Carroll

La Teoría del Habitar tiene a la finalidad habitable como el único fin en sí mismo de la actividad arquitectónica.
Desde el punto de vista del constructor, el edificio puede ser un fin en sí mismo: el que llegue a existir un orden material y energético estable y durable es el fin de la ingeniería de la construcción. En efecto, desde un cierto punto de vista, un edificio es un ingenio que resulta de una destreza competente. Hay que reparar, sin embargo, que tal fin en sí mismo se cumple en el caso del sujeto constructor, pero no en todo otro sujeto que no detente esta condición. Luego, el edificio es un fin en sí mismo sólo para su constructor.
Desde el punto de vista del proyectista, el proyecto, esto es, la representación de la anticipación ideal del edificio puede ser un fin en sí mismo: el que llegue a ver la luz la muestra elocuente del talento artístico del diseñador. También desde un cierto punto de vista, un edificio es la materialización de una intención intelectual que le confiere forma positiva. Pero este aspecto constituye un fin en sí mismo sólo para quien sea el efectivo proyectista. De esto se desprende que un proyecto sólo puede ser un fin en sí mismo sólo para el proyectista.
Mientras tanto, toda la humanidad, incluyendo a los constructores y proyectistas, habitamos obras arquitectónicas o podemos hacerlo. La finalidad habitable es universal, a la vez de toda obra arquitectónica y de todos los seres humanos.  De donde, la habitación de la arquitectura es un fin en sí mismo en toda circunstancia.

Y cuando llegamos a esta finalidad, entonces y sólo entonces, nos detenemos allí.

Viajeros

Edward Frederick Brewtnall (1846–1902) ¿Cómo sigue? (s/f)

Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas
Henry Miller

Homenaje a quienes empiezan a viajar con un mapa y con muchos sueños.

Habitar distancias

Hugo Mühlig (1854–1929) Las casas medievales de entramado de madera (1929)

No te olvides del pago
si te vas pa' la ciudad
cuanti más lejos te vayas
más te tenés que acordar.
Alfredo Zitarrosa
No siempre habitamos en recintos definidos: también habitamos según centros de referencia, por lejos que puedan quedar.
Habitamos unas memorias de lugares, tránsitos y trasposición de umbrales. Habitamos lugares ensanchados en el espacio y en el tiempo. Habitamos redes de vínculos.
Habitamos lejos, a veces, de nuestros lugares originarios, pero siempre habitamos la distancia que nos separa de éstos. En cierto modo, siempre estamos en un mismo camino. Y cargamos con mochilas y mapas.
Habitamos ciertas afiliaciones, ciertas tradiciones. No abandonamos para siempre las aulas donde hemos aprendido sino que habitamos la condición de aprendidos.

Y hay veces que una ráfaga sutil de lucidez nos revela desde dónde y desde cuándo hemos emprendido el camino.

Plumas ajenas: José Saramago

No olvides que lo que llamamos hoy realidad fue imaginación ayer…


José Saramago, 2002

Arquitecturas pintadas de tiempo

Lothar von Seebach (1853- 1930)  La calle de la Aduana en Estrasburgo bajo la lluvia (1895)

Las revistas de arquitectura muestran, por lo general, las arquitecturas en estado prístino: recién terminadas y aún no liberadas a su ocupación y uso.
Pero la ciudad suele mostrar su arquitectura luego que el tiempo ha coloreado las superficies, luego que las alternativas del ambiente han dejado sus improntas, luego que las luces han mostrado diversos aspectos hasta revelar el momento exacto que alegrará a los fotógrafos.
Se ha repetido hasta el hartazgo que la arquitectura es arte del espacio. En este sitio se ha insistido en su configuración temporal. Y los arquitectos deberíamos tomarnos el tiempo más en consideración, porque nuestras obras envejecerán perdurando.

Ojalá nuestras obras envejezcan dignamente, como las mujeres verdaderamente hermosas.

Músicas

Johannes Vermeer (1632- 1675) El concierto (1666)

La musique savante manque à notre désir
Arthur Rimbaud, 1886

Más allá del rumor discreto que oficia de fondo acústico, toda residencia debe considerar, como parte de su arreglo habitable, la música que lo puebla.

La casa debe probar su capacidad de constituir una digna caja de resonancia. Por otra parte, el habitante debe comprobar cómo es que una cierta música habita trémula en los rincones con el peculiar efecto que tiene la localización, con secretas armonías,  con particulares resonancias.

Laberintos erototópicos

ihamér Margitay (1859- 1922) Cortejo (s/d)

Llamamos erototopo al campo o dominio de deseos insular-humano, porque el deseo erótico ofrece el paradigma de cómo la competición afectiva en los grupos estimula y controla, a la vez, la vida del deseo de quienes viven juntos.

Sloterdijk, 2004:311

¿Dónde encontrar a la otra mitad de la cama? (La expresión es de Sloterdijk)
No es, por cierto, por azar. Transitamos afanosamente nuestros laberintos que ofrecen cruces significativos con otros, con el Otro. El entramado apasionado de redes de laberintos que se buscan forma parte de un componente horizontal del orden social. Habitamos ese espacio poblado de admiraciones y celos, de atracciones y desdenes, de olvidos y de fantasmas recurrentes.
No por nada, la Norma se arroja, vertical, sobre este enmallado, sometiendo —no siempre de buena gana, no siempre a regañadientes— a sus sujetados.


Plumas ajenas: Martin Heidegger

Pero ¿qué es una cosa? Hasta ahora el hombre, de igual modo como no ha considerado lo que es la cercanía, tampoco ha considerado lo que es la cosa como cosa. Una cosa es la jarra. ¿Qué es la jarra? Decimos: un recipiente; algo que acoge en sí algo distinto de él. En la jarra lo que acoge son el fondo y las paredes. Esto que acoge se puede a su vez coger por el asa. Como recipiente, la jarra es algo que está en sí. El estar en sí caracteriza a la jarra como algo autónomo. Como posición autónoma (Sebststand) de algo autónomo, la jarra se distingue de un objeto (Gegenstand). Algo autónomo puede convertirse en objeto si lo ponemos ante nosotros, ya sea en la percepción sensible inmediata, ya sea en el recuerdo que lo hace presente. Sin embargo, la cosidad de la cosa no descansa ni en el hecho de que sea un objeto representado (ante-puesto), ni en el hecho de que se puede determinar desde la objetualidad del objeto.

Heidegger

Duplicaciones

Rafael Sanzio (1483-1520) Madonna del baldaquino (1512)

Baldaquinos y doseles aparecen toda vez que el arte procura amparar ciertas funciones especialmente destacadas.
El recurso de la duplicación de los lugares, que dispone edículos en ámbitos construidos, que propone edificios-dentro-de edificios, responde evolutivamente a variadas razones. En la Antigüedad, las estancias frígidas volvían aconsejable amparar los lechos con doseles y cortinados para hacer confortable el sueño. Por otra parte, la sofisticación de un baldaquino hace de un asiento un trono honorífico o un lugar especialmente sagrado en un templo.

En cierta forma, la presencia de tales duplicaciones pone de manifiesto las dos superficies de las envolventes arquitectónicas del lugar habitado: por un lado la conformación tectónica, por otro el amparo próximo del cuerpo.

Mapas y territorios

Fritz Wagner (1896–1939) La exploración de la nueva línea de transporte marítimo (s/f)

Hoy en día, la abstracción ya no es la del mapa, la del doble, la del espejo o la del concepto. La simulación no corresponde a un territorio,
a una referencia, a una sustancia, sino que es la generación por los modelos de algo real sin origen ni realidad: lo hiperreal. El territorio ya no precede al mapa ni le sobrevive. En adelante será el mapa el que preceda al territorio —PRECESIÓN DE LOS SIMULACROS— …
Jean Baudrillard, 1978

No debemos confundir el concepto de territorio con el de terreno.El mapa, por su parte, no es la representación del terreno, sino un instrumento de la territorialización del terreno.
Expliquemos.

Territorio designa, antes que a un objeto, una relación de poder que se opera sobre un terreno. Uno de los instrumentos del ejercicio del poder, simbólico antes que efectivo, es el trazado de un mapa. En este sentido, un mapa es la representación, no tanto de un terreno referente, sino de una relación de poder sobre él. En virtud de ello, puede pensarse, sin que se presente ninguna novedad especial, que el mapa precede al territorio, en la medida que el dominio cognoscitivo mediante una representación es una operación previa y necesaria al ejercicio efectivo del poder.

Oídos atentos

Paul Hoecker (1854- 1910) Expectación (1900)

La consecuencia adicional más importante del efecto-silentium se muestra en la separación de lo público y lo privado. Esa diferenciación, que sirvió de pareja conceptual rectora a las ciencias políticas tradicionales, hay que remitirla en primer lugar a una modificación interna del fonotopo, en tanto que distingue situaciones determinadas por ruidos familiares, de otras en las que predominan los ruidos colectivos. Lo privado aparece en este contexto como un enclave de comunicaciones suaves, liberado del ruido del grupo, cuando no como un espacio de quietud y silencio, incluso, en el que los individuos se recuperan del estrés del sound del colectivo.
Sloterdijk, 2004: 296

Habitamos unas campanas acústicas en donde nuestro control de las situaciones debe no poca cosa al aguzamiento del oído.
Constituir un ámbito privado es sustraerse de los fragores propios de lo público. Es alzar una distancia de silencio relativo, protegido por fachadas y cortinados. Es desplegar una blancura acústica donde la más débil tacha murmurante se destaque a nuestra expectación.

Nos distenderemos relajados y confiados sólo en el regular resuello de nuestro interior.

Proyecto/diseño: Utopía/ruina

Carl Gustav Carus (1789- 1869) Ruinas del Coliseo a la luz de la luna (1839)

Los fundadores de una nueva colonia, cualesquiera que hayan sido los ensueños utópicos de virtud y felicidad que presidieran su proyecto, han considerado siempre, entre las cosas más necesarias, dedicar a un cementerio una parte del terreno virgen, y otra parte a la erección de una cárcel.
Nathaniel Hawthorne
¿Qué es diseño? Un plan por colocar elementos de la mejor manera para logra un propósito en particular.
Charles Eames
En la utopía de ayer, se incubó la realidad de hoy, así como en la utopía de mañana palpitarán nuevas realidades
José Ingenieros
¿Cuánto durarán las nuevas mansiones de nuestro único dios, construidas sobre las ruinas de no uno, sino mil dioses?
Carlos Fuentes

La diferencia entre el proyecto y el diseño es la diferencia entre sus resultantes finales.
De un proyecto, idea informadora de todo aquello que sucedería en el futuro, resulta una utopía.
De un diseño, determinación concreta de una cosa, resulta, a la vuelta del tiempo, algún tipo de ruina.

Luego, es más razonable proyectar las formas de habitar, sin pretender, diseñarlas, so pena de frustrar toda expectativa razonable.

Prácticas sociales de implementación del habitar

Vincent Colyer (1825- 1888) Poblado Moqui en Arizona (1871)

Cada habitante, en su concreta implementación habitable de su lugar, constituye una realidad mucho más rica y compleja que la de un simple usuario.
Reducir la condición del habitante a la de un usuario es una operación análoga y bastante conectada con la subsunción del sujeto en un consumidor. La consideración positiva de la implementación habitable muestra que el habitante concreto no se limita a consumir la arquitectura, la ciudad y el territorio, sino que los consuma.
En efecto, ni la arquitectura, ni la ciudad, no los territorios son lugares sin la consumación material, funcional y simbólica que realiza el sujeto habitante.
El habitante es el que, con su presencia, estancia y tránsito le confiere valor intrínseco, de usos y simbólicos tanto a las cosas construidas, como a los órdenes y escalas superiores del hábitat. Una cosa construida, para advenir arquitectura, debe ser dotada de sentido preciso y concreto por quienes la habitan. Edificios, calles, plazas y parques constituyen ciudad sólo por el otorgamiento de significados urbanos por la comunidad que los puebla. La tierra acaece como territorio por el imperio concreto de sus moradores.

Un edificio recién terminado sin estrenar es una arquitectura aún en construcción.

Plumas ajenas: Sarah Watson

Las autoridades locales tienen que ir más allá de las viejas concepciones de lo que la gente necesita y experimentar diferentes alternativas, desde la construcción de micro unidades habitacionales hasta esquemas de viviendas compartidas amparadas por ley. Actualmente, existe una idea fija de lo que una residencia debe ser, pero su diseño y las políticas que la acompañan tienen que estar al servicio de los moradores, no al revés
Watson, 2016

Subdirectora del Consejo Ciudadano de Vivienda y Planificación de Nueva York (CHPC, por sus siglas en inglés)

Puertos

Domingo Laporte (1855-1928) Antiguo puerto de Montevideo (s/f)

En todos los puertos del mundo
hay alguien que está esperando.
Hasta muy cerca de los navíos
salen los patios
y entran por los oídos de los marinos..
Raúl González Tuñón

Los puertos son bordes de peculiares características.
Hay quienes llegan desde muy lejos y hay quienes los están esperando. Los monstruos marinos recalan allí bienvenidos. Los esperan grúas y manos ávidas de novedades. Lo muy lejano confronta con el aquí de los hospitalarios patios. Dos mundos se abren un umbral, una frontera, una tierra de ambos.

Y siempre hay alguien que está esperando

Ventanas al paisaje

Vasily Vereshchagin (1842- 1904) Una ventana al jardín en Chuguchak (1870)

De los recursos arquitectónicos para habitar un paisaje, el recurso del enmarcado es, con mucho, el más sutil. Un enmarcado circular es extraordinario.
El recurso del enmarcado tectónico ejerce una primaria función didáctica: el paisaje no es el todo, sino aquella parte del todo que organiza nuestra percepción. A esta función se agrega la de propiciar la percepción: lo que aparece en el vano es digno de verse y así se presenta. El vano circular, en este sentido, concentra la visión y vuelve admirable lo contemplado.

Conviene detenerse en esta actitud ante el paisaje y a la percepción resultante: a los arquitectos quizá no nos corresponda pintar o reproducir el paisaje, ni conferirle forma y color, pero sí la misión comprometida con la articulación del lugar del hombre y su ambiente, según éste —y aquél— aparecen.

La domesticidad

Friedrich von Amerling (1803- 1887)  Rudolf von Arthaber y sus hijos (1837)

La domesticidad tiene que ver con la familia, la intimidad y una consagración al hogar, así como una sensación de que la casa incorpora esos sentimientos, y no sólo les da refugio
Rybczynski, 1989

Es de sospechar que nuestra idea de la domesticidad le deba mucho a la domesticidad burguesa forjada históricamente en la modernidad y que nos alcanza aún, languideciente.
En los albores de la modernidad, la domesticidad desarrollada efectivamente en los hogares burgueses ha constituido una retaguardia estratégica y de reserva de la vida pública.
Así, la familia burguesa se construye a sí misma como unidad económica privada enfrentada social y económicamente al mercado. La casa se cierra sobre este ámbito reservado y hurtado a la vida pública. Los individuos se producen y reproducen al amparo de la privacidad. Es el hogar el centro simbólico de la unidad social doméstica. La arquitectura burguesa es la expresión profunda y consagrada de esta realidad.

En la actualidad, ni la familia, ni la casa, ni los individuos, ni la domesticidad, ni la arquitectura son lo que eran, aunque persista apenas el fantasma del oikos burgués habitando nuestras conciencias.

Plumas ajenas: Alejandro López-Lamia

Para muchas familias la residencia ideal sigue siendo una casa o apartamento edificado con materiales sólidos, mucha luz natural, techos altos, una importante sala comedor y cocina, varias habitaciones, con un amplio garaje y bodega, seguridad privada y vastos espacios verdes. Este imaginario se vincula a contextos demográficos, socioculturales y económico-financieros que mutarán hacia mediados de siglo. Con una esperanza de vida alrededor de los 80 años y la transformación de los valores familiares tradicionales, los jóvenes preferirán permanecer solteros por más tiempo, tener hijos después e invertir más en sus prioridades personales que en propiedades familiares, algo que ya está ocurriendo.
López-Lamia, 2016

Véase el artículo completo en:

Ambientes, atmósferas

Habitamos un elemento límpido, diáfano, sutil. Este elemento franquea el paso a todo lo que es y tiene la cualidad de lo respirable. Habitamos el aire, un ambiente, cierta atmósfera. Disfrutamos con la plenitud de la inspiración, con las brisas, con la frescura.
La ciudad y la vida contemporánea, sin embargo, nos retacean la calidad del recurso. Quizá por ello es que cada vez más apreciamos la alegría esencial de la respiración franca y apacible. El aire de calidad, poco a poco, se nos está volviendo un recurso escaso.
La ciudad y la vida contemporánea también degradan la calidad del ambiente. Quizá por eso cada vez más buscamos viajar a algún sitio distante donde sea posible un habitar sencillamente sano. La calidad del ambiente, poco a poco, se nos está volviendo un recurso escaso.
La ciudad y la vida contemporánea, pueblan nuestras atmósferas tanto contaminantes físicos como inquietudes e inseguridades en el ánimo. Con el desarrollo de la actividad turística y las facilidades para los desplazamientos planetarios, cada vez buscamos de un modo u otro sustituir nuestras atmósferas habituales por otras más distendidas y gozosas. También la calidad física y psicológica de nuestras atmósferas habitadas se nos está volviendo un recurso escaso.

¿Por qué es que la ciudad y la vida contemporánea se ensañan con nosotros, sus habitantes? ¿Por qué el aire, el ambiente, las atmósferas escasean y están, siempre, allá lejos?

A la memoria de un paisaje sonoro de otros tiempos

La bohème, la bohème
Ça voulait dire
On est heureux
La bohème, la bohème
Nous ne mangions qu'un jour sur deux

In Memoriam Charles Aznavour, 1924-2018

Mercados

Guido Marzulli (1943- ) Mercado de barrio (s/f)

La vida de las ciudades vibra con los intercambios.
Intercambios generalizados de bienes, de signos, de experiencias. Los mercados son un emergente de esta condición. En gran medida, el encontrar un lugar propicio al comercio es, con frecuencia un precedente de la fundación más o menos formal de la propia ciudad.
Es un curioso fenómeno de un orden frenético: ingentes cantidades de compraventas se regulan implacablemente por las misteriosas  —y endiosadas— leyes del mercado. No emerge un orden armónico y sereno, pero sí compensador y palpitante. Hábiles prestidigitadores se ponen en contacto con distintos habitantes a título de agentes económicos.

Pero es injusto reducir a esta condición a los urbanitas. No todos los intercambios son de carácter comercial. Y quizá no sean los más importantes, después de todo.