Edgard Degas
(1834- 1917) La bañera (1889)
Una
sala de baño se deja soñar con las alegrías sagradas del agua.
En la
actualidad se cuida con especial esmero el arreglo de nuestras estrechas salas
de baño. Quizá este esmero radique en el ajuste del ámbito al retiro narcisista.
Así, superficies tersas, rotundas y limpias rodean de cerca el cuerpo y los
rituales cotidianos de su cuidado.
Pero
debe cuidarse de asegurar un lugar significativo al lenguaje del agua, elemento
purificador en más de un sentido.
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