Gustave
Caillebotte (1848- 1894) Hombre en un
balcón (1880)
La arquitectura y el urbanismo
del siglo XXI deberían estar basados en la consideración del ser humano y de
los otros seres vivientes en primer lugar, asumiendo que estamos interviniendo
en un mundo frágil.
Medio ambiente, desigualdad
social y movilidad forman el conjunto de problemas urbanos más significativo,
común a las grandes ciudades y ellos no pueden ser enfrentados aisladamente. El
trípode ambiente-desigualdad-movilidad esta en el centro de la cuestión urbana
que caracteriza a las ciudades del siglo XXI. Los problemas ambientales
están asociados a saneamiento, a la
contaminación del aire y de las aguas y al consumo de combustibles fósiles. La
desigualdad social está estrechamente relacionada al acceso a los servicios
públicos donde la infraestructura urbana tiene papel relevante. Y la movilidad
a su vez se agrava proporcionalmente a la expansión de la ciudad y a la
intensidad del uso del modo
automovilístico.
Jorge
Jáuregui
Es
imperioso adoptar una elemental prudencia: intervenimos en un mundo frágil.
Esta
fragilidad es tanto ambiental como social. Intervenimos con serios efectos
sobre muy delicados equilibrios dinámicos y cada instancia de esta intervención
afecta al tejido social mediante complejos mecanismos. Cada día en la vida de
la ciudad, recreándose a sí misma, es crucial de un modo inesperado. Aprendices
de brujo, desencadenamos cada vez más poderosos procesos de cambio con
múltiples consecuencias indeseadas.
La
ciudad se expande y el mundo se vuelve pequeño y vulnerable.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario