Édouard
Vuillard (1868- 1940) La princesa Bibesco
(1920)
Alvar
Aalto proclamaba: Hemos de construir casa
que crezcan; la casa que crece ha de sustituir a la máquina para habitar.
La
idea resplandece: casas que se originen
en la semilla de la domesticidad, en el habitar profundo y soñado de la casa.
Es más que seductor aspirar, antes que urdir mecanismos para habitar,
contemplar cómo crece y se desarrolla, como un ser orgánico, una casa cultivada
desde su germen humano. Será cuestión de dar con tal germen, aprender a
cultivarlo en suelo propicio y aprender del seguimiento aplicado de su
desarrollo.
Así,
la arquitectura es más asunto de los pulsos de la vida, que de las astucias
equívocas del ingenio.
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