Puede considerarse como el sino de la condición contemporánea
del habitar el narcisismo del individuo, su soledad y su ensimismamiento.
¿O es que pueden señalarse otros aspectos distintivos?
Hoy
es un tópico reparar en cómo se han transformado nuestras nociones cotidianas
de proximidad y extrañamiento: las pantallas nos acercan a destinos lejanos, a
la vez que nuestros desplazamientos por nuestra propia ciudad son cada vez más
escasos y temerosos. El café nos llega desde los más apartados rincones del
planeta, así como las vistas callejeras, las noticias globales de los atentados
terroristas del día, las opiniones calificadas y los pareceres
descalificadores. Se nos hacen presentes esquivos fantasmas con pseudónimo y se
nos vuelven los prójimos cada vez más extraños.
Hay
quien se acomoda y hay quien se inquieta con esto.
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