Suceden
eventos curiosos según las cosas van sobrellevando un proceso cambiante en su
relación con las personas a lo largo del decurso del tiempo.
Conserva
un primo mío un antiguo cuchillo que perteneció a nuestro abuelo carpintero. El
útil de marras fue considerablemente usado, dato que se infiere por cuánto se
ha reducido la hoja por los sucesivos afilados y por las improntas de desgaste
en el mango. Uno de mis tíos lo ha conservado como heredad, esto es, como un signo más que como un útil. A su vez, mi
primo es el feliz poseedor de una suerte de mensaje en donde el abuelo “habla”
y le sugiere el desafío de ejercer como carpintero siquiera aficionado. Mi
primo, calificado sociólogo, se ha complacido en realizar una pequeña muestra
de su habilidad carpintera, asociada a la presencia significativa del
cuchillo/signo/mandato.
Es
conveniente reparar en cómo viven, mueren y se transfiguran las cosas, aún hoy,
cuando tanto se usa y se desecha con impiedad con nuestra propia historicidad.
No sea que todos los espejos de
nuestra existencia vayan a parar, inexorablemente, al basural general de estos
tiempos.
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