Fotografía no
acreditada publicada en
En el
ejercicio de la arquitectura es habitual el manejo rutinario de escalas. Así,
en un gráfico escala 1: 50, un centímetro en la representación refiere a 50 cm
en la realidad proyectada, mientras que una 1:100, en cambio, un cm equivale a
100 y así.
Estas
operaciones tan rutinarias nos hacen olvidar que en la arquitectura realmente
existente el numerador de la escala, esto es, su rector normativo (y no solo
dimensional) es la magnitud humana de las personas.
Esto
nos conduce a pensar que, en vez de un tosco escalímetro1 al uso,
deberíamos contar con el auxilio de una grácil bailarina que danzara las
coreografías de la vida para verificar si las cosas que concebimos y
construimos resultan de escala conforme.
Porque
esto de resultar de escala conforme no es algo tan simple como corresponder a
la congruencia con un patrón presuntamente universal o una figura ideal o racionalizada,
sino con la configuración efectiva de las personas mismas, en su diversidad y
en la amplitud de sus goces.
1
Para los no arquitectos, un escalímetro es una regla graduada con la que se
mide según las escalas adoptadas. Aquí una ilustración:
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