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La producción del lugar (I)

Félix Valloton (1865- 1925) La biblioteca (1915)

Brava comparación -dijo Sancho-, aunque no tan nueva, que yo no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego del ajedrez, que mientras dura el juego, cada pieza tiene su particular oficio; y en acabándose el juego, todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura.
Miguel de Cervantes

Uno de los aspectos más tenues, evanescentes, aunque cruciales de la producción del lugar es el del juego.
En efecto, la constitución de todo lugar implica siempre y en principio, el imperio de unas reglas sobre la acción delimitada por los contornos ahora claros de un sitio que deviene lugar. Todo lugar, en principio, tiene una constituyente dimensión nomotópica: todo habitante es un agonista apasionado y observante de unas reglas allí-y-en-ese-entonces. El sitio se resignifica en lugar por obra del juego de la vida que allí sienta sus reales.
Los objetos mismos cobran un especial significado por su admisión, su proliferación ordenada y los ritos que regulan la admisión y el abandono. Una biblioteca se constituye mediante los complejos y lúdicos mecanismos que comprenden el obrar productivo del bibliófilo con el conjunto estructurado de sus libros, distribuidos según reglas rigurosas en los anaqueles.

La producción del lugar, entre otros aspectos no menos importantes, configura un acto de juego, en un sentido especialmente constituyente de la locución.

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