Ángeles Martínez
(1953- ) Calle que mira al puerto 2
(s/d)
Si queremos que las ciudades y
los edificios se conviertan en lugares atractivos para que las personas los
usen, habrá que tratar consistentemente a la escala humana de un modo nuevo.
Trabajar con esta escala es la faceta más dificultosa y más sensible de todas
las que aparecen en el proceso de planeamiento. Si esta tarea es ignorada o
fracasa, la vida urbana nunca tendrá oportunidad de florecer. La extendida
práctica de moldear las ciudades desde arriba y desde afuera debe ser
reemplazada con nuevos procedimientos que vayan desde abajo y desde adentro, en
línea con el siguiente principio: primero la vida, después el espacio y por
último los edificios.
Al revés del orden que
antiguamente proponía el planeamiento urbano, que priorizaba los edificios,
luego el espacio y (a lo mejor) un poco de la vida, trabajar con la dimensión
humana requiere que la vida y el espacio sean tomadas como las cuestiones
primordiales antes que los edificios.
Jan
Gehl, 2010
Muchos
nos damos cuenta que en nuestra ciudad hace falta tener en cuenta la escala
humana.
Lo
difícil es determinar con precisión qué es y cómo se aplica esta escala humana
en el diseño arquitectónico y urbano. Por ello parece valiosa la sugerencia de
concentrar el foco de la atención disciplinar en la vida humana y cómo es que
ésta interactúa en los lugares habitados. Para ello es preciso desplazarse
desde la perspectiva demiúrgica del diseñador de edificios para afrontar la
propia de un etnólogo de la vida cotidiana. Una mirada que prospecte en su
objeto, antes que contentarse con su aspecto superficial e idealizado.
Algunos
tendremos que mirar y atender a otros aspectos que los consabidos en
arquitectura y urbanismo. Y contar qué es lo que desde allí se ve.
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