Anna
Ancher (1859–1935) Contemplando el trabajo del día (1883)
Tras
su aparente y cotidiana simplicidad, la habitación de una estancia supone un
conjunto complejo de constituciones existenciales.
Al
poblar una habitación, en efecto, se comienza por constituir centros o ejes que ordenan la
composición de cosas y personas en el lugar. Existen ocasiones en que la marca
ostensiva de esta centralidad aparece más acusada en un cierto objeto o en una
persona. En la escena que ilustra estos comentarios hay un centro clave en la
lámpara, que hace posible que los pintores puedan, a su vez, centrar sus
miradas en el cuadro. Los emplazamientos corporales de los artistas cierran y
completan la composición, a la vez que le confieren sentido existencial al
acontecimiento.
Por
otra parte, la habitación de una estancia constituye un estado, esto es, una situación ambiental y emocional que conforma
una estructura diferenciada y propia de un emplazamiento aquí-y-ahora. Estar allí cobra un sentido único y
diferencial: un estado, un orden de coexistencias y sucesiones de eventos. Es
de un modo específico que en la estancia, mediante la constitución de un estado
propio, coexistencias y sucesiones tienen efectivo lugar, advienen a su ser
efectivo.
Sentar
uno sus reales en una habitación también supone la constitución de esferas
concéntricas, toda vez que a cada entidad significativa presente su situación
implica, necesariamente, la conformación simultánea de un contexto, de una
circunstancia, abriendo un abismo de esferas en donde una lámpara se sitúa,
concretamente, en el ámbito que ilumina, a la vez que esta esfera iluminada
tiene lugar en un marco de penumbras que tiene lugar a su vez entre los
cerramientos de la estancia... y así, ordenadamente,
hasta los confines del mundo: esferas marcadas siempre por una diferencia
esencial y significativa.
Y
esta constitución ordenada de esferas significativamente diferenciadas tienen,
finalmente, una contextura arquitectónica efectiva al adoptar una forma
efectiva y particular de amparos, tal
como opera el mantel de la mesa y los cortinados, tal como muros y cubiertas
que alojan la escena, así como también hay una arquitectura hecha de miradas y
respiraciones taciturnas, a la luz de la lámpara y reposando calmos en la
penumbra.
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