Olimpia,
Grecia
Con mucho
gusto volvería a Grecia y en más de una oportunidad.
Una
de mis caprichosas razones sería, a no dudarlo, volver a respirar la mansa
brisa bajo los árboles y las columnas de Olimpia. Cuando anduve por allí, sentí
una rara familiaridad que no estribaba tanto en lo que se veía, sino que
transitaba por allí, en el aire. Puede que, en definitiva, añore de Olimpia un
hálito especialmente acogedor y propicio.
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