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Dimensiones humanas de las escaleras (I) profundidad perspectiva

Alvar Aalto (1898- 1976) Escalera en villa Mairea (1937)

En toda escalera se ansía ganar altura a costa de un cierto recorrido horizontal.
Hay una proporción muy precisa entre esta profundidad perspectiva y la altura a someter. Si la pendiente es empinada, la escalera resulta ardua y peligrosa, mientras que si progresa con lentitud, resulta cansadora. Por ello ha quedado codificada una relación entre la altura y la profundidad del peldaño, la que se sucede como un módulo regular propuesto a la marcha calma y confiada.
En torno a la reputada regla de Blondel (2 contrahuellas + huella = 64 cm) se construye el signo del paso usual en nuestras escaleras. Así, la medida específicamente humana de la profundidad perspectiva de una escalera corriente está dictada por el desnivel a salvar y la máxima sucesión lineal de peldaños que nos pueda desafiar de un modo razonable y según las circunstancias.

Las medidas humanas de una escalera se aprecian en principio con el aliento rítmico de la respiración. Inspiramos hondo antes de acometerlas.

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