Gloria Swanson
en Sunset Boulevard (Billy Wilder,
1950)
Lo
que precede a una escalera es un desnivel que no se contenta con ser puramente
físico.
En
efecto, la dimensión de la altura separa y segrega en lo elevado, lo eminente,
lo superior jerárquico de lo terrenal, lo corriente y lo subordinado. Así, se
celebra física y moralmente el ascenso hacia el conocimiento, el poder y la
revelación trascendente, mientras las aflicciones del alma son vividas como
caídas o descensos.
De
allí que suela resultar siempre eficaz desde el punto de vista dramático el
descenso de una bella dama por una escalera. Su contorno se ve favorecido
mientras deja de ser una deidad sublime para volverse una mujer, objeto de
deseo ávido. De allí que quede impregnada en la memoria el avatar de la
esforzada lucha entre la altura y las personas, porque todo el ardor vital se
agota en bajar y subir cada uno las escaleras que le tocan en suerte. De allí
que las éstas, vividas en la práctica de su altura, cambien fatigas con
enseñanzas.
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