Cáceres,
España
Ante
tanta proliferación de signos de poder y fuerza, uno no puede evitar sentirse
algo intimidado. Al menos al principio.
De
pasados turbulentos nos quedan puertas física y simbólicamente sobreprotegidas.
Puertas que desbordan una retórica defensiva y guerrera.
En el
caso que nos ocupa hoy, la modestia relativa del vano practicable nos hace
sospechar que ya no hay que tomarse la semiótica arquitectónica muy en serio.
Pero
por las dudas, es preciso asomarse a la sombra del interior con una recatada
circunspección.
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