Fez. Marruecos
Es
inhumano resistirse a la seducción de esas puertas abiertas, ricamente vestidas
y especialmente hondas que anticipan delicias en su interior.
La
hondura histerotópica de ciertos umbrales se ofrece a las ansias del viandante
que se ve encantado por los pormenores perceptibles, pero más aún con la
promesa de felicidad que acecha más allá.
Hay
en la arquitectura árabe una sabia progresión hacia adentro que resulta apasionadamente hospitalaria.
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