El barón Haussmann arremetió
contra el centro de París, contra sus barrios antiguos y sus habitantes pobres,
despachando a éstos hacia la periferia mientras especulaba con el centro; la
forma urbana construida se convirtió al mismo tiempo en una máquina de
propiedad y en un medio para dividir y gobernar. Actualmente, la
neo-haussmanización, en un proceso similar que integra intereses financieros,
corporativos y estatales, arremete contra todo el planeta, secuestrando
terrenos mediante desalojos forzosos de zonas de infravivienda y
expropiaciones, valorizando el terreno al tiempo que expulsa a sus antiguos
habitantes hacia los hinterlands globales del malestar posindustrial.
Merrifield,
2012
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