Johann Herz
(1599-1634) Autorretrato como Juan el
Bautista (1627)
El asimiento con las manos
animales es sólo un escalón previo de la configuración del mundo. Sólo cuando
una mano coge las cosas, las encuentra manualmente o las arregla
manipulándolas, comienza la transformación de lo que está y queda en derredor
en algo utilizable.
(Sloterdijk,
2004)
Mientras
que una plétora de objetos se opone y separa de nuestra condición de sujetos
que conocen, ciertos ejemplares se vuelven cosas por obra de la aprehensión y
por la consideración de un eventual estatuto de útil.
Es
así que por obra de las manos, una vez que nos distanciamos de los objetos,
encontramos un camino de retorno para las cosas. Es así que el cuerpo opera
distribuyendo apartamientos y cercanías con las cosas de vivir.
Es
así que con las manos se construye el mundo desde sus fundamentos primeros y
últimos.
Y así
vivimos, envueltos para siempre en una tupida trama de cosas que son signos y
que todos estos concurren en señalarnos como habitantes manipuladores
especialmente dotados.
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