Delphin Enjolras
(1857 –1945) Desnudo frente al fuego
(s/f)
Uno de
los gestos arquitectónicos más antiguos del cuerpo mueve a éste a buscar las
condiciones allí en donde éste se conforte.
La piel
busca controlar el equilibrio térmico y esto se traduce en la necesidad
imperiosa de amparo, reparo o protección según las circunstancias. La piel se
duplica a sí misma en cubiertas y muros y administra rigurosamente los flujos
de puertas, ventanas y hogares. El valor intrínseco y primitivo de cada
pliegue, cada anfractuosidad, cada rincón propicio radica en su interacción
próxima con los estremecimientos de la piel.
Es por
ello que toda humilde y soñada choza comienza por cuidar un fuego sagrado como
signo primero de todo confort. Es por ello que la casa vivida tiene una
arquitectura conformada por gradientes térmicos por donde el cuerpo deambula
buscando su situación conforme.
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