René Descartes.
Ilustración en el Tratado del Hombre,
1664
¿Dónde
poner ese punto donde se intersectan las coordenadas dimensionales de nuestro
habitar? En otras palabras ¿dónde es posible situar un punto cero de la
constitución de todo lugar posible?
Pudiera
tener lugar concreto en el punto del fuego, allí donde el calor conforta y se
cuece, morosa, la pitanza. De un allí concreto podría devenir un punto
simbólico; atrás de todos los lugares aguardaría aquella hoguera originaria.
Pudiera
encontrarse un punto originario en la región más transparente de la atmósfera
buena para respirar a nuestras anchas. Así, el punto de marras pudiera situarse
en el aire y de aire se constituirían, en consecuencia, todas las arquitecturas
posibles.
Pudiera
situarse allí donde se señale un emplazamiento en la tierra. El punto
originario tendría, por así decirlo, raíces en lo ctónico. De tal suerte, toda
arquitectura tendría un único lugar en la tierra y allí deberíamos situar la
intersección cero de todas las coordenadas.
En fin,
también pudiera situarse en el espejo quedo del agua, allí donde tenemos la
evidencia de constituir un aquí en un paisaje. Tras el reflejo originario, todo
lugar tendría su plena constitución con un aquí relativo: allí donde emerge la
evidencia de la situación.
¿O pudiera
situarse, en definitiva, en el cuerpo del habitante? De tal suerte, cada
persona sería portadora una arquitectura tan fundamental como íntima, propia y
apropiada. Una arquitectura tan primordial que todas las otras serían apenas
emergencias contingentes en su forma, aunque forzosas en su sustancia.
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