Pieter de Hooch
1629–1684) El armario de la ropa blanca
(1663)
Aquellos de nosotros que nos interesamos por los edificios solemos olvidar
con demasiada facilidad que toda la vida y el alma de un lugar, que todas
nuestras experiencias en él, no dependen sencillamente del medio ambiente
físico, sino de los patrones de acontecimientos que allí experimentamos.
(Alexander, 1979:64)
Los
arquitectos nos debemos un peculiar giro de nuestra atención desde las cosas
diseñadas y construidas hacia las acciones que las personas llevan a cabo en
esas cosas diseñadas y construidas. Este desplazamiento cognitivo, ético y
productivo tiene mucho que ofrecer. Vida humana sorprendida in fraganti, en
primer lugar. Un sentido profundo en la experiencia existencial de tener
efectivo lugar. Y por último, pero no menos importante, la justificación
general de cualquier desvelo que tenga a la arquitectura como servicio social.
En los
patrones de acontecimientos es que reconocemos los gérmenes originarios de una
nueva arquitectura que cada vez nos es más acuciante conseguir.
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