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El confort. Aspectos éticos


John Singer Sargent (1856 1925) Figura en una hamaca (1917)

¿Qué es el confort? […] La respuesta más sencilla sería que el confort se refiere únicamente a la fisiología humana: sentirse bien. Eso no tiene nada de misterioso. Pero no explicaría por qué, aunque el cuerpo humano no ha cambiado, nuestra idea de lo que es confortable difiere de la de hace cien años. Y la respuesta tampoco consiste en decir que el confort es la experiencia subjetiva de la satisfacción. Si el confort fuera subjetivo, cabría esperar que hubiera una mayor diversidad de actitudes al respecto; por el contrario, en cualquier época histórica determinada siempre ha existido un consenso acerca de lo que es confortable y lo que no lo es. Aunque el confort es algo que se experimenta personalmente, cada uno juzga el confort conforme a normas más amplias, lo cual indica que el confort puede ser una experiencia objetiva.
(Rybczynski, 1986)

La consecución del confort tiene aspectos éticos. El principal es el alcance generalizado de condiciones de vida adecuadas en correspondencia con la esencial dignidad humana.
Esto determina que el confort buscado resulta en promoción efectiva de la plena autonomía de los sujetos: el confort que vale la pena perseguir es el que libera a las personas comprendidas por tal condición. Por otra parte, el confort deseable siempre está en correspondencia con la salud y el bienestar pleno de los sujetos. En definitiva, la provisión de confort éticamente satisfactoria resulta en una efusión de lo mejor de la humanidad. El buen vivir, la eudemonía, horizonte ético por excelencia, tiene sus condiciones éticas inherentes.
Conviene tener en cuenta estos aspectos, porque la provisión habitual de chismes y falaces sofisticaciones no conducen necesariamente a la consecución ética del confort, sino que apenas son sucedáneos engañosos.

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