José Gurvich
(1927-1974) Hombre astral (1962)
De pronto, los museos de Bellas
Artes nos demuestran, en efecto, que la Belleza tiene domicilio estable.
Manuel Delgado,
2018
Tanto
como los teatros, los museos son lugares liminares, situaciones de umbral que
atravesamos con un detenido estremecimiento virtuoso.
Puede
que la miseria cotidiana, que tiene su aspecto estético en la insignificante
fealdad cotidiana necesite atesorar con circunspección, en ciertos señalados
lugares, a la Belleza infrecuente. Precisamente para sustraerla de lo habitual
y para hacer del recinto que la guarda, protege y también oculta, una suerte de
templo o sagrario.
¿Por
qué nos cuesta tanto soñar con un mundo en que la Belleza deambule por calles,
plazas y rincones ciudadanos, en donde pueda gozarla a sus anchas el hombre
libre? ¿Por qué nos empecinamos a hurtarle a la Belleza la luz del sol y
enclaustrarla en las penumbras discretas a salvo del palpitar de la vida
ciudadana? ¿Por qué la Belleza no sienta plaza si no es en el lado antagonista
del umbral, en el sitio del más allá?
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