Albert Bierstadt
(1830 – 1902) La fogata (1863)
Habitamos
con el fuego sagrado en tanto nuestra vida nos condena a transformar, a separar
y reunir, a disociar y combinar. Porque de alguna manera somos portadores de
fuegos.
Transformar
crudo en cocido, bosque en claro, sitio en espacio: todas operaciones que los
herederos de Prometeo consiguen a costa de atizar y difundir la violencia del
fuego. También separar la maleza de la pradera, así como reunir alimentos de
variada procedencia: mediante la llama apartamos y ensamblamos a nuestro antojo
y según los dictados de alternas demandas
Con la
conquista del fuego —último de los cuatro elementos que a nosotros se nos ha
rendido— nuestro habitar del mundo consta de correr una frontera sin descanso
ni piedad.
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