Johannes Vermeer
1632 –1675) Chica interrumpida en su música (1661)
A nadie
se le debería privar de las calidades decorosas de un ámbito íntimo a partir
del cual habitar el mundo.
Disponer
de un ámbito íntimo propio y apropiado constituye un anclaje en el mundo. Pero
hay formas diversas de detentarlo. Es preciso detenerse en las formas decorosas
de ejercerlo, en el sentido de coronar un estar-en-el-mundo como situación
adecuada, digna y feliz.
Un
ámbito íntimo supone un reducto situacional tanto necesario como merecido a una
condición humana que se precie de tal. Es propio en el sentido que se
desarrolla ontogenéticamente a partir de la constitución plena del sujeto y es
apropiado en el significado profundo de que lo situacional se vuelve propio por
obra de un acondicionamiento, una adecuación condigna, un ajuste negociado con
el ambiente. Para ello se necesita espacio, tiempo, proximidad... y distancia.
No se
trata ya de simples mínimos habitacionales físicos, sino de dimensiones
existenciales conformes. Y de atmósferas, espejos y fuegos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario