Durarán más allá de nuestro
olvido;
No sabrán nunca que nos hemos
ido.
Jorge
Luis Borges, 1969
Nuestro
habitar dispone de los más diversos objetos en nuestro alrededor a título de
cosas del vivir.
El
orden que guarda esta acumulación formidable de chismes es un componente
humilde —el más obediente— del sentido de la vida. Las cosas aguardan, mansas y
serviciales al gesto olvidado de sí que les confiere el dudoso, aunque
consolidado, título de cosa.
Y allí
reposan, torvas en su ser, deícticas en su sentido, silenciosos signos inertes
de esa misteriosa entidad que solemos llamar vida.
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