Paul Fischer (1860–1934)
Parada de tranvía (1920)
¿Quién de nosotros, en sus días
de ambición, no hubo de soñar el milagro de una prosa poética, musical, sin
ritmo y sin rima, flexible y sacudida lo bastante para ceñirse a los
movimientos líricos del alma, a las ondulaciones del ensueño, a los sobresaltos
de la conciencia?
Charles
Baudelaire
Quizá
fuera factible y oportuno situarse en la frontera abierta entre la prosa y la
poesía.
Esta
región tiene la virtud de tomar distancia de la sequedad acaso inevitable de la
prosa teórica, así como también de las evanescencias equívocas del lenguaje
poético libérrimo. Participa tanto de la facultad de convencer como de seducir.
Esta frontera es hospitalaria para el espíritu heurístico, porque acoge de
buena gana las intuiciones más osadas con los bordes palpitantes de las
significaciones de los términos.
Quizá
sea allí en donde se acompasen los ritmos recíprocos del habitar y de su
teoría.
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