Lawrence
Schiller (1936- )
La
línea recta que nos conduce a aquello que pretendemos alcanzar es, con mucho,
la estructura más primitiva, simple y noble que pueden adoptar las distintas
dimensiones humanas del lugar.
No se
trata únicamente de miradas, sino fundamentalmente de un hábito primitivo por
la marcha, en donde se asocian indisolublemente el espacio con el tiempo. Son
los pasos en las sendas los que dan forma efectiva al lugar que poblamos cuando
nos reducimos a la simple consigna de llegar
allí. Toda la ansiedad del espíritu se condensa en el impulso dirigido a su
meta, con lo que una cierta línea estructural conecta de modo directo un aquí
con un allí.
Desde
entonces, toda nuestra vida puede ser entendida como un sino, como una senda
—que quisiéramos a veces recta y expeditiva— entre nuestra situación y el
deseo.
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