René Groebli
(1927)
La
dimensión más clara del confort frente a la conciencia es, quizá la
termotópica, esto es, la correlación del calor corporal con el del ámbito
habitado.
En las
condiciones más precarias del habitar, el sujeto busca y consigue sumariamente
un abrigo o un reparo que le permita establecerse en un lugar, siquiera de modo
provisorio. Un rincón al abrigo del frío o un saliente que ofrezca una mínima
sombra en la estación cálida dan todo de sí cuando las condiciones de la
existencia son en verdad duras. En tales condiciones la arquitectura del lugar
supone una suerte de atuendo.
En
tales extremos en que la necesidad que nos vuelve menesterosos, cualquier
recoveco es peculiarmente acogedor.
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