Ferdinando
Scianna (1943)
Aún en
situaciones relativamente desahogadas, el confort térmico conserva un
importante papel a cumplir en la calidad de vida.
La
dimensión termotópica se aprecia morosamente con la piel y sus
estremecimientos. La arquitectura del lugar merece ser recorrida en todas sus
texturas para verificar que estamos verdaderamente a gusto allí, livianos de
vestiduras, liberados los cuerpos y proclives al amor. El abrigo y el reparo
conservan su carga emocional aun cuando las holguras de las condiciones de vida
nos permiten atender a otras importantes dimensiones del habitar.
El
calor en su dimensión conforme a la piel conservará, quizá para siempre, un
valor singular en nuestra condición de habitantes.
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