Dominique
Issermann (1947- )
La
efectiva conquista de nuestro efectivo derecho a habitar no se conseguirá sin
una lucha esforzada y quizá heroica.
Por lo
pronto, parece ser que, en el actual estado de las cosas, el principal frente
de lucha es el ideológico y conceptual que libraremos con nosotros mismos. En
efecto, nuestra conciencia social retrasa abundantemente el abordaje decidido de
una cuestión acuciante y sin visos de resolución fácil ni inmediata. Por lo
tanto, es preciso ahondar en la Teoría, ya no como mero pasatiempo intelectual
o espiritual, sino como tarea política.
Ya se
ha dicho: hay en la Teoría del Habitar un saber que se quiere menos empoderador
que emancipador. El saber del habitar libera al revelar la miseria de nuestra
condición injusta, indigna e indecorosa. Y, cuidado, es la condición generalizada de nuestro habitar y no
privativa de los sectores más deprivados de nuestra sociedad.
Porque,
apenas advertidos de las primeras señales de admirable alarma al respecto,
deberemos salir a luchar por nuestro derecho humano resignificado.
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