Georges Perec
Escribir: tratar de retener algo
meticulosamente, de conseguir que algo sobreviva: arrancar unas migajas
precisas al vacío que se excava continuamente, dejar en alguna parte un surco, un
rastro, una marca o algunos signos.
Georges
Perec
La
vida, ha reparado nuestro autor, se deja pensar como un vacío que se excava continuamente.
Hay
entonces en el curso de las cosas de la vida una evanescencia general, continua
y crónica. Las cosas de la vida incurren en esfumarse o disiparse y declinan
hacia las honduras del tiempo ido. Los flujos de la vida se evaporan sin
remedio y sin cesar.
Puede
pensarse que existe un virtuoso espíritu de contradicción o un gesto
patéticamente desesperado en un autor que se empecina en que algo sobreviva, que algo quede sustraído
al continuo decaer de las cosas. Sin embargo, el asunto es de otra naturaleza,
según me parece.
Lo que
puede retener meticulosamente la escritura es precisamente el curso de los
surcos que va dejando la vida en las cosas según corren los tiempos. Las
palabras no pueden dar cuenta de ninguna migaja de vacío. Los signos de la
escritura tienen como referencia exactamente los signos que la vida va
imprimiendo en la piel del mundo. Por ello, la poética literaria del escritor
es, en todo caso, una poética de segundo orden, es una poética ancilar que se
debe a la propia poética de lo que la vida les inflige a las cosas.
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