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El papel del ensueño

Claude Lorrain (1605- 1682) Puerto de mar con embarque de la reina de Saba (1648)

Si el mundo no fuera primero mi ensoñación, entonces mi ser estaría inmediatamente ceñido en sus representaciones, siempre contemporáneo y esclavo de sus sensaciones. Privado de las vacaciones del sueño, no podría tomar conciencia de sus representaciones. El ser, para tomar conciencia de su facultad de representación, debe pasar por ese estado de vidente puro. Ante el espejo sin azogue del cielo vacío, de realizar la visión pura.
Bachelard, 1953
¿Cómo reconocer la belleza del paisaje sin haber fisgado sobre el hombro del pintor?
Gracias a los pintores paisajistas hemos puesto en valor el mar, el aire, el cielo, los juegos de la luz, el horizonte, la gracia de las arquitecturas y una cierta melancolía gozosa de los atardeceres.
Hemos aprendido a ver con método y con sensibilidad, hemos aprendido a respirar con calma las atmósferas, hemos perdido el pánico en favor del encantamiento con la Naturaleza, hemos soñado con lugares lejanos que alguna vez visitaremos para comprobar que el pintor no nos ha mentido.
Hemos descubierto los matices del agua, de las nubes, hemos comprobado cuán pequeños somos en la gloria del espectáculo total, hemos revelado la oculta armonía de los elementos que nos emociona hondo.

Hemos aprendido una lección para soñar.

Conferir valor a un lugar

Hans Gude (1825- 1903) Vista del parque (1856)

Hay ocasiones felices en donde los arquitectos ponen en valor a un lugar.
Allí encuentran una escena interesante y acondicionan adecuadamente el punto de vista para que las personas puedan situarse como es debido.
Se trata de encontrar el emplazamiento óptimo para disfrutar de las alegrías esenciales del paisaje. Así que hay que conocer, reconocer, situarse, acondicionar la escena y conferir diseño a la contemplación. En cierta forma es posible aprender de los pintores de paisaje que se contentan con realizar estas operaciones con un lienzo.

Al arquitecto se le da la posibilidad de operar con el sitio. 

Emprendimientos

Louis Dericks (s/d) Dos mujeres en un claro (1864)

Toda habitación resulta de negarle lugar a alguna otra cosa.
Así, el ámbito de reunión de las mujeres de la ilustración resulta de tomar posesión del claro negado al bosque. Si las hablantes pretendiesen persuadir a sus legítimos acerca de la oportunidad de construir algo, más árboles verían sus horas contadas.
Toda habitación es una intromisión, de donde conviene andarse con cuidado. El lugar es habitado por genios o entidades sólo ligeramente sobrenaturales que, si se las trata bien, acogerán con beneplácito a los intrusos; en caso contrario, la vida resultará difícil allí.

Conviene tomarse estos asuntos con la reverencia debida; la felicidad humana en los lugares es asunto delicado.

El deseo de la casa

Vincent van Gogh (1853- 1890) La silla de van Gogh (1888)

El deseo de la casa podría ir perdiendo los pormenores de adorno superfluo y anecdótico y mostrarse mondo, desnudo en su condición esencial.
Y se revelaría en dos aspectos fundamentales. Por una parte, como una esfera que ampara la intimidad protegida. Por otra, como el lugar del laberinto allí donde vuelven todas las sendas.
Así, el deseo de la casa quedaría reducido a una almendra tan esencial, tan pequeña, tan asible como para considerarlo en su verdadero valor existencial. Tenemos una intimidad que proteger. Tenemos que tener un lugar al que volver uno y otro día.
Si se piensa bien, no se trata de cosas, sino de relaciones entre uno mismo y las cosas de vivir. La intimidad protegida es la que se vive efectivamente, la vuelta es la que se lleva a cabo; no basta con la disponibilidad de tiempo y espacio.

Todo lo que se da por añadidura es pura anécdota

Tránsitos y estancias en la ciudad furtiva

Louis Stettner (1922- ) Calle Amsterdam, Paris (1994)

Hubo tiempos en que paseaban plácidos los burgueses por su ciudad, sus calles, sus parques.
Pero ahora, las cosas han cambiado. Ni las ciudades, ni las calles, ni los parques ni los burgueses ya son los mismos. Son peligrosas las calles y frenéticos los tránsitos en estas; se circula con las manos en los bolsillos y las carteras apretadas. Apenas cae el atardecer, los parques se devuelven a la selva; merodean allí criaturas de oscura condición.
Las estancias se han vuelto problemáticas. Las residencias se enrejan, los lugares de trabajo se custodian con guardias, cámaras y hasta con perros. Los comercios huyen de las calles a cobijarse en las franquicias en los centros comerciales. Por otra parte, hay cada vez más gente que pernocta en los portales de poco uso, a veces con la mano tendida hacia el vacío.

La ciudad furtiva prolifera en poco amigables presencias. Se llena de Otros.

Reinterpretación creativa, sensible y racional

Lothar von Seebach (1853- 1930) Adán y Eva (1910)

Mi postura rechaza de entrada el estudio de la arquitectura como máquina de vivir o como puro símbolo natural e independiente […] y acepta la posibilidad de concebir la arquitectura como un proceso permanente de reinterpretación creativa, sensible y racional de nuestro habitar. En esta reinterpretación creativa nada está mágicamente predestinado ni a degenerar ni a regenerarse, sino que todo depende del uso que el hombre haga de sus propias energías, evitando poner el destino de unos hombres en las manos, en la sensibilidad o en la cabeza de otros hombres.

Muntañola, 1973:14

A reinterpretar: No vivimos ya en el mejor de los mundos posibles.
Crear: Ese mundo nos lo tenemos que confeccionar, punto por punto, nosotros.
Sensible: Imposible no conmiserarse con los expulsados de Jardín del Edén, pero es forzoso hacer algo más que amarlos.

Racional: Desnudos e inermes allí donde nos encontremos, haremos de todo sitio un lugar construido de manera adecuada, digna y decorosa.

¿A quién importa el habitar?

Pekka Halonen (1865- 1933) La llamada de Väinämöinen (1896)

Podría importarle algo a algunos arquitectos, si éstos se comprometieran mucho con una finalidad última para sus producciones. Pero, por lo que parece, a la gran mayoría de estos profesionales le importa más el proyectar y el construir como fines en sí mismos.
Podría importarle algo a algunos antropólogos, si éstos percibieran la problemática opacidad de la condición humana en los lugares. Pero, por lo que parece, a la gran mayoría de estos profesionales les interesan otras cuestiones, sobre todo aquellas de las cuales hay ya investigaciones y publicaciones que orientan el camino.
Podría importarle algo a algunos filósofos, ansiosos de intriga por uno de los más sencillos —en apariencia—  escritos de Heidegger. Pero, por lo que parece, a la mayoría de los amantes de la sabiduría les intrigan otras cuestiones más fervorosamente discutidas en este momento.


Pero debería importarnos a todos quienes habitamos, porque es en nuestra condición humana de habitantes, que debemos conocer y dominar una de nuestras situaciones constituyentes. Pero, por lo que parece… nuestras preocupaciones al respecto andas dispersas e ignorantes unas de otras.

Plumas ajenas: Pedro Azara

Se ha escrito a menudo que todo lugar está cargado de latentes presencias: marcas dejadas inevitablemente por construcciones anteriores. Una obra de arquitectura sería la que recogiera estas presencias invisibles, huellas de pasos anteriores. La arquitectura no se emplazaría sobre un espacio virgen ni se comportaría o se situaría como si el espacio fuera virgen, como si nadie hubiera estado allí antes.
Pero Platón, quien posiblemente creyera en que toda forma construida debiera estar influida por el eco de formas pretéritas, también asumía que el pasado era un tal lastre que no cabía sino olvidarlo, si se quería construir "de nuevo". Esta construcción, sin embargo, no se llevaba a cabo inocente, orgullosamente, sino con mala conciencia. Platón era consciente que se edificaba sobre ruinas, y que éstas, trágicamente, debían dejarse de lado, olvidarse -lo que era imposible- si se quería levantar una nueva forma no marcada, lastrada o deformada por un pasado que, queriendo ser olvidado, sigue presente.
La arquitectura se hallaría así entre dos presencias: la que peleaba por aparecer y las que habían caído pero seguían, como almas en pena, rondando el lugar. Construir era derribar. Se edificaba sobre el derribo de la memoria, teniéndola bien presente pero tratando, a fin de avanzar, de hacer oídos a sus lamentos, su exigencia de ser tenidas aun en cuenta, de no querer o poder ver lo que hubo. Se construía, según Platón, con "mala consciencia", sabiendo que para operar bien se debía desatender a lo que exigía cuidados.
El olvido -que no la ignorancia- es quizá la condición de la edificación 

Pedro Azara, 2016 

Legados

Antigua cafetería en Turquía

Si hay un gran legado de los turcos al resto de la humanidad éste debe ser, sin dudas, el café. Y no debe entenderse por tal sólo el brebaje, que ya es cosa seria, sino al ritual de beberlo siempre cerca de donde se desarrolla intensamente la vida.

Nótese la actitud meditabunda de los parroquianos, convenientemente estimulados a la observación y al intercambio comunicativo. Algo estarán tramando, es seguro.

Urbanita visitante: la contemplación prístina

Calles Londres y París en Santiago de Chile

En ocasiones hay ciudades que nos inauguran las miradas.
Nos damos tales oportunidades cuando investimos la condición de urbanita visitante. Por lo general se puede tener como tales a los turistas, pero esta condición es la que adoptamos también ante los lugares de nuestra propia ciudad a los que llegamos una primera vez.
Es conveniente repasar cómo hemos visto una ciudad así, esto es, cómo hemos estrenado una mirada sobre un paisaje que demanda a nuestra percepción dos componentes esenciales: estructura y orientación.
Es muy posible que prestemos peculiar atención a todo aquello que pueda resultar revelador en un mapa mental: hitos o mojones, recorridos, bordes, cruces. Quizá uno de los placeres del visitante sea esbozar los primeros trazos de un mapa mental. No se trata sólo de conocer y reconocer el espacio, sino también el tiempo; nos orientamos toda vez que podemos volver sobre nuestros pasos, cuando recobramos una vista, un borde o un hito.

El desafío a la contemplación prístina es el principal beneficio del urbanita visitante

La línea que recorta los paisajes con el cielo

Federico Schianchi (1858-1919) El Tiber junto al Castel Sant’ Angelo, Roma (1919)

Conocemos, como rioplatenses, esa clara y tensa línea que separa con contundencia mar y cielo, pampa y cielo.
Pero aquí nos referimos al contorno de las cosas de la tierra, su a veces accidentada orografía, las arboledas, los edificios que se confabulan en el paisaje ciudadano. El término inglés skyline es más expresivo, a mi juicio.
Este término designa el contorno de la figura del paisaje sobre el fondo del cielo. En cierta medida la conformación general del paisaje se debe a la peculiar calidad de esta línea.

La identidad, la memoria y la referencia de un lugar penden, de un modo especial, de esa línea de contorno.

Plumas ajenas: Blasco et. al.

Hay quienes piensan que los bancos de las ciudades son responsables de una parte importante de la identidad del espacio público, afirmando que suponen una oportunidad para ofrecer un servicio realizando, a la vez, una aportación a la construcción de la imagen de la ciudad. Y por esta razón, son objeto de intensos debates estilísticos acerca de diseños clásicos o modernos, sobre los materiales más adecuados, y también respecto a su ubicación o número de unidades, entre otros aspectos. Hay quienes defienden que los bancos deben ser como esculturas urbanas que despliegan formas, a veces sorprendentes, y que eventualmente pueden servir de asiento. En esta línea, hay bancos icónicos e, incluso, hay bancos que, más allá de su propia imagen, se convierten en miradores desde los que apreciar vistas privilegiadas de la ciudad.  
Blasco et.al., 2016


Léase con provecho el artículo completo en

De todas las casas, aquella

Claude Monet (1840- 1926) El desayuno (1868)

A través de todos los recuerdos de rodas las casas que nos han albergado, y allende todas las casas que soñamos habitar, ¿puede desprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificación del valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida? He aquí el problema central.
Para resolverlo no basta considerar la casa como un "objeto" sobre el que podríamos hacer reaccionar juicios y ensoñaciones. Para un fenomenólogo, para un psicoanalista, para un psicólogo (enumerando estos tres puntos de vista por orden de precisión decreciente, no se trata de describir unas casas, señalando los aspectos pintorescos y analizando lo que constituye su comodidad. Al contrario, es preciso rebasar los problemas de la descripción –sea ésta objetiva o subjetiva, es decir, que narre hechos o impresiones— para llegar a las virtudes primeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modo innata, a la función primera de habitar.
(Bachelard: 1957)

Poco se puede agregar a estas consideraciones. Gran parte de los desvelos que se expresan aquí tratan de indagar en ese problema central.
Es significativo que nuestro autor propugne rebasar la alternativa antagónica que indague ya en hechos, ya en impresiones. De lo que se trata es de considerar las vivencias de constitución relacional de la intimidad protegida.

Por ello es que es necesario abordar aquellas funciones primeras de habitar como vivencias, sintetizando saberes y emociones, prácticas y producciones.

El arte de tener lugar

Pau Gargallo (1881- 1934) Gran bailarina (1929)

Danzar es sentir, sentir es sufrir, sufrir es amar; Usted ama, sufre y siente. ¡Usted danza!
Isadora Duncan

Es imposible sustraerse a la fascinación que produce el movimiento agraciado y dramático de una bailarina.
Explotan a conciencia y voluntad el movimiento del cuerpo que se abre paso en el espacio y el tiempo. La reflexión de Isadora es esclarecedora en más de un sentido.
Porque amamos, sufrimos y sentimos, entonces, danzamos
En tanto amamos, sufrimos y sentimos, entonces, danzamos
Gracias a que amamos, sufrimos y sentimos, entonces, danzamos

Puesto que tenemos lugar habitándolo, entonces danzamos.


El talento de las danzantes consiguen hacer de tener lugar un arte.

Plumas ajenas: Plotino

La arquitectura es lo que permanece una vez se han extraído las piedras (una vez se ha hecho abstracción de los materiales, de la materia)

Plotino: Enéadas I, 6


La ciudad y los vecindarios, a los poetas

Telemaco Signorini (1892-1894) Descanso en Riomaggiore (1894)

En este sitio se practica, a su modo, una rigurosa autocrítica profesional.
Así se ha llegado a afirmar que de ninguna manera es conveniente encargarle algo tan complejo y delicado como una ciudad a un grupo de arquitectos urbanistas.
Brasilia, Chandigarth, Tolouse-le-Mirail, son los paradigmas de lo que llegan a ser las ciudades que han sido confiado a los arquitectos urbanistas. Hay que revisar, al efecto, cómo se define una ciudad.
Si seguimos al Diccionario de la Real Academia, tenemos por ‘ciudad’:
Del lat. civĭtas, -ātis.
f. Conjunto de edificios y calles, regidos por un ayuntamiento, cuya población densa y numerosa se dedica por lo común a actividades no agrícolas.
Si esto fuera así, la calidad de los edificios y calles se traduciría, necesariamente, en calidad urbana. En los ejemplos mencionados, esto, manifiestamente, no se verifica. Nadie puede discutir la calidad arquitectónica de los edificios, pero sí se puede poner en entredicho la calidad urbana resultante.
Sin embargo, podemos suscribir una definición alternativa de ciudad, esta debida a Pedro V. Castro Martínez  et al. en
http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-146(010).htm
Una ciudad es una comunidad de asentamiento, es decir, un espacio social donde un colectivo humano reside, se organiza y se reproduce socialmente. Como toda comunidad humana contará con sus propias pautas de organización, con su propia política, puesto que quienes participan de la vida de la ciudad forman parte de un colectivo.
Ahora las cosas cambian radicalmente de contenido: si una ciudad no trata de cosas construidas, sino de personas, entonces y forzosamente, el problema no es, en principio, arquitectónico-urbanístico.

Si una ciudad es asunto de las personas que la pueblan, una ciudad es asunto de poetas.

El espectáculo humano

Siempre nos quedará París

Jane Jacobs apreciaba particularmente la atracción que sienten las personas por el espectáculo de la vida cotidiana de sus congéneres.
Esto explica el perdurable éxito de las cafeterías con mesas volcadas hacia aceras y plazas. Gran parte de la reputación de estos establecimientos está fundada en quiénes se han convocado en sus mesas y cómo los parroquianos han renovado un ritual ciudadano por excelencia: vivir y dejar vivir.

Caetano Veloso ha afirmado con perspicacia que Visto de cerca, nadie es normal. Cierto, pero si nos situamos a una cierta distancia…

Signos: III. Referencia

Piedra que señalaba el centro del mundo (omphalos) en el santuario de Delfos, Grecia

Los habitantes componen el lugar: le confieren orden y orientación.
En todo emplazamiento existen referencias y entre ellas es peculiarmente señalada aquella que nos indica cuán apartados estamos del centro originario.
Los sedentarios pueden tener su casa como tal centro, los sin techo se conforman con indicar el lugar donde consiguen tenderse, los vagabundos no olvidan del todo el lugar del que han partido.
Una vez que queda dilucidada la operación de referencia original, entonces es posible madurarla hasta constituir tantos puntos referentes relativos como sea necesario. Así, el lugar de trabajo o estudio, la residencia del ser amado o ciertas esquinas pueden ser puntos señalados en la geografía e historia de la vida.

El lugar geométrico de tales puntos conforma la estructura sustentante de la arquitectura del lugar que habitamos

Ante la puerta que se abre

Martinus Rørbye (1803-1848) Entrada a una rectoría (1844)

La fantasía no es otra cosa que un modo de memoria emancipado del orden del tiempo.  
Samuel Taylor Coleridge

¿Qué nos espera tras la puerta?
Abrir una puerta siempre supone una expectativa. Y esa expectativa puede ser resultado de la experiencia pasada, más que una proyección al futuro. Cuando cruzamos una, conservamos una tenue memoria de todas aquellas que hemos transpuesto. Pero, ¿qué sucedió en el Primer Atravesamiento de la Puerta?

Antes de rendirnos a la evidencia de la constitución material efectiva de la puerta ya sabemos que tras ella nos aguarda siempre una novedad. A la puerta la imaginamos antes de operarla.

Signos: II. Memoria

Ferdinand Knab (1834-1902) Ruinas de Taormina (1870)

Somos nuestra memoria,
somos ese quimérico museo de formas inconstantes,
ese montón de espejos rotos.
Jorge Luis Borges, 1969

Así como nuestro cuerpo proyecta sombras, nuestro habitar prolifera en improntas.
Somos nuestra memoria, dice el poeta. Es que somos ahora un proyecto urdido en el pasado y miramos siempre a un improbable futuro. La casa que habitamos resulta de un antiguo sueño y va camino a su recuerdo y olvido.
Somos ese quimérico museo de formas inconstantes, dice. Nuestro paisaje se multiplica en sombras de aquello que recordamos malamente.

Ese montón de espejos rotos, concluye. Y no hay más que decir: ese montón tiene un orden y en el centro de éste, de momento, nos encontramos, taciturnos.

Plumas ajenas: Jane Jacobs

Lo primero que se ha de comprender es que la paz pública de las ciudades —la paz en las calles y en las aceras— no tiene por qué garantizarse de manera esencial por la policía, por muy necesaria que ésta sea. Esa paz ha de garantizarla principalmente una densa y casi inconsciente red de controles y reflejos voluntarios y reforzada por la propia gente.
[…]
Lo segundo que ha de comprenderse es que el problema de la inseguridad no puede en absoluto resolverse dispersando o desparramando las poblaciones aún más, es decir, trocando las características de una capital por las de los arrabales de tipo residencial.

Jane Jacobs, 1961

Empobrecimientos estigmatizantes

Conjunto habitacional de interés social en San Pablo, Brasil

Es enternecedor lo que hace nuestra sociedad con la habitación popular.
Lo primero que hay que asegurarse es que se dé con pobres. Como hay pobres, hay políticas sociales de vivienda. Como hay políticas sociales de vivienda, entonces hay viviendas de interés social. Como existen, en principio como concepto, viviendas de interés social, debe asegurarse que tales viviendas resulten baratas.
Para que tales viviendas resulten baratas, deben localizarse en terrenos baratos, esto es, en solares alejados o directamente de borde empobrecido, allí donde se adquiere suelo rural a precios de suelo urbano incipiente.
Para que tales viviendas resulten baratas, deben ser de dimensiones ajustadas, lo que quiere decir mínimas. El precio de las construcciones es proporcional a la cantidad de metros cuadrados construidos, de donde menos metros cuadrados resultan menos onerosos.
Para que tales viviendas resulten baratas, debe suprimirse todo aquello que no sea estrictamente necesario. Esto conduce a procesos constructivos sencillos, repetitivos y rentabilizados en todos y cada uno de sus aspectos. El decoro no es necesario, lo que es necesario es el ajuste adecuado a unos parámetros de calidad mínima aceptable.
Para que tales viviendas resulten baratas, deben agruparse en conjuntos habitacionales. Los conjuntos habitacionales son mucho más baratos que los distritos urbanos, dado que el costo del suelo allí es muy superior al de un conjunto habitacional. Luego, un conjunto habitacional es una versión abaratada de un vecindario. Cuanto más extenso es un conjunto habitacional es más rentable, desde el punto de vista de su promoción y construcción, dado que prolifera en unidades comercializables abaratadas en un conjunto abaratado.
Las viviendas de interés social resultan de empobrecimientos materiales y simbólicos. A la calidad material reducida a mínimos se le agrega el carácter estigmatizante del empobrecimiento simbólico.

Al tiempo de habitar estos productos abaratados y estigmatizantes, los habitantes comprueban cuán dura es la vida. A veces estallan en eventos antisociales diversos y los medios masivos de comunicación comentan los fenómenos de inseguridad que atemorizan a la audiencia. ¿Quién arrojó la primera piedra? ¿Quién fue el primero que introdujo su mano en el bolsillo ajeno?

Punto de vista

Louis Stettner (1922- ) Nueva York desde Brooklyn (1954)

A efectos de configurar un paisaje, todo comienza con alcanzar un punto convenientemente situado para componer la escena.
La vida agradece esas situaciones en donde se han acondicionado lugares para conseguir, con relativo confort, dominar el paisaje desde donde este luce favorecido. Todos y cada uno de los asientos urbanos debería abrirse con discreción hacia una escena ciudadana, según la propia ciudad se deja apreciar. En la escena ilustrada, nuestro habitante puede reposar cara al sol luego de haber dominado con la contemplación su ciudad.

Disfrutar en calma de los paisajes es una señalada y constante demanda social que debe ser atendida con rigor y sensibilidad por arquitectos y urbanistas.