Gjon Mili
(1904-1984) Desnudo descendiendo la
escalera (1949)
Las
escaleras efectivamente vividas son estructuras trémulas.
Se
estremecen los peldaños con el esfuerzo de los pasos, se somete el cuerpo de
buen grado a una imperiosa coreografía que teme la caída, transitar una
escalera (¿por qué no?) resulta una actividad apasionada. Definitivamente, hay
una vibración muy especial en esta
oscura región en donde se aúnan el esfuerzo físico, el imperio de la regla y
una pasión singular en la marcha que muda de altura.
Sólo
ahora empezamos a entrever algo a través de un espejo oscuro, mientras vamos y
venimos por las escaleras.
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