Konstantin
Korovin (1861 –1939) Gurzuf (1914)
Cuando
los balcones comienzan a asomarse en las arquitecturas suponen un
enriquecimiento de los lugares ventana. Suponen un avance hacia el ambiente
circundante, en las circunstancias propicias a la contemplación estratégica, al
disfrute del sol y de las brisas. Con el desarrollo en escala y diseño, los
balcones implican unas habitaciones exteriores que elevan la situación del
locatario.
Los
balcones, cuando proliferan, suponen abrir lugares habitables en el orden de
las fachadas. De ese modo, son oportunidad destacada para convocar los efluvios
de la vida. Por ello, los balcones y las terrazas se completan con flores y
muchachas y entonces el mundo resplandece.
Porque,
en definitiva, los balcones son buenos instrumentos arquitectónicos para que
los habitantes marquen perceptiblemente su presencia soberana. Es allí donde el
severo orden tectónico cede paso a las alegrías y pasiones de la vida.
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