Villa Bardini,
Florencia
Una
arquitectura humanista implica una actitud proclive a su desarrollo pleno.
Quizá
todo deba partir de una atención, expectante cuanto humilde, ante los pulsos de
la vida. Es que antes del arte de diseñar y construir, está la propia vida
humana que en su habitar es, a la vez, causa primera y final de cualquier gesta
arquitectónica.
Es una
cierta arquitectura que deberá, tanto desde el punto de vista ético como
político y práctico social, ponerse al servicio de esta habitación humana. No
hay, en este sentido, más fasto arquitectónico que la pura y simple alegría de
vivir, cabe la posibilidad de ello mediante todos los esfuerzos dirigidos
precisa y deliberadamente a esta meta.
En
definitiva, una arquitectura cabalmente humanista, más que destacarse como
objeto singular en cada emplazamiento señalado, se superpone, punto por punto
con todo el paisaje habitado por la humanidad en su conjunto, sin dejar a nadie
afuera ni atrás.
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