La cabaña de
Heidegger en Selva Negra
Otro
origen innegable de la Teoría del Habitar lo constituye la pregunta
específicamente teleológica referida a la arquitectura.
La
cuestión proviene allí donde se solapan los sentidos de las locuciones por qué y para qué. En efecto, hay que preguntarse por el porqué de la
arquitectura —que es una cuestión en procura de una justificación humana del
arte y la técnica—, a la vez y simultáneamente en concurrencia con la instancia
que interroga acerca del paraqué —esto es, la finalidad última de todo esfuerzo
arquitectónico—.
Aquí
situados, no podemos conformarnos con hacer del proyectar y construir fines en
sí mismos: menos aún considerar el artefacto construido como finalidad
específica. La casa es apenas el ingenio del que se sirve el hombre para tener
lugar en el mundo.
Es el
sosiego de los seres humanos allí donde tienen efectivo lugar el fin de la
arquitectura. Porque habitar es connatural a nuestra condición de existentes,
la arquitectura nos es imperiosa como medio eficaz de poblar un lugar que
hacemos nuestro.
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