Terraza en Villa
Napoleón, Argegno, Lago de Como
Se
sospecha que, en todo caso, una terraza es una incitación a la calma y eso la
hace deseable en una cierta forma.
No es
tan sólo que la habitación de una superficie más o menos despejada sobre un
paisaje constituya per se una gloria. Es que para consumar una terraza, el
ambiente debe ser respetado y apreciado. Y recíprocamente, el habitante debe
respirar hondo y a sus anchas: uno tiene allí lugar en un punto singular del
mundo. Supone esto un mutuo concierto entre la arquitectura del lugar y el
cuerpo que se dispone a una de esas pausas que constituyen señaladas estancias.
La habitación
de las terrazas suele ser, por ello, una oportunidad especial para
constituirnos en el mundo. A nadie debería negársele ese derecho a estar
ejemplar.
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