Levittown en New Jersey. En
No one who owns his own house and lot can be a Communist. He has too
much to do
William
Levitt
La
lucha por el saber se desarrolla, al menos, en dos frentes.
En el
primero de ellos, el saber disputa terreno a la ignorancia. Puede resultar algo
desolador estimar cuán poco sabemos efectivamente del habitar y,
recíprocamente, apreciar la cuantía abrumadora de todo que ignoramos. Sin
embargo, podemos consolarnos —filosóficamente— con la idea que hoy por hoy es
clara la necesidad imperiosa de saber. Ya es algo.
El
segundo flanco lo constituye la confrontación del saber con aquello que creemos
—falazmente— saber. Se trata de la ideología que tomamos hecha de los modos
hegemónicos de obrar y pensar. Mercaderes de toda laya nos convencen una y otra
vez de la errónea idea de saber qué es lo que deberíamos desear para solucionar
nuestras demandas de habitación. La Teoría del Habitar debe empoderar a los
habitantes para que sean éstos, emancipados real y simbólicamente, quienes
elaboren por sí y ante sí, un saber propio y liberador.
Porque
la Teoría del Habitar que preconizamos aquí tiene un compromiso ético con el
saber propio y liberador del habitante.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario