Emily Schiffer
(1980)
Podemos,
sin incurrir necesariamente en metáforas expresivas, equiparar la presencia con
el habla y a la población con la escritura
Después
de todo, la presencia es un decirse el sujeto de su propia condición de tal. Y
también es forzoso reconocer el carácter durativo de los gestos asentados por
el cuerpo habitante en el lugar, toda vez que su situación y acontecimiento
mueve las cosas a los emplazamientos debidos y tiende a mantenerlos, no sin
esfuerzo, en el emplazamiento con el auxilio del cual, el mismo cuerpo puede
realizar su acción concreta y acomodada de tener lugar allí. Así es que se
despliega la operación compleja y recurrente de habitar: mediante de una
instauración poética que dice a la vez que escribe en el palimpsesto del lugar
todo y nada más que lo que tiene que decir y registrar al respecto.







