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Plumas ajenas: Marina Garcés

Para mí, la filosofía del siglo xx expresa el deseo y la necesidad de ir al encuentro del mundo: del sujeto hacia el objeto, del alma hacia el cuerpo, de la teoría hacia la práctica, del sentido hacia la voz, de la totalidad hacia la pluralidad, de la identidad hacia las diferencias, de lo representado hacia lo vivido... Cada una de estas tensiones es la señal ya no de una contradicción sino de un desplazamiento. Estos desplazamientos son, aún, nuestros territorios por explorar, aunque bajo condiciones que en pleno siglo xx quizá no se hubieran podido ni siquiera imaginar.

Marina Garcés

Habitar sereno

Esaias Boursse (1631- 1672) Interior con mujer a la rueca (1661)

Tenía la inatacable serenidad de los hombres que se sienten en su lugar.
Alessandro Baricco


La arquitectura debe aspirar a promover, de suyo, una esencial serenidad en sus habitantes, más allá de las circunstancias particulares de su vida. Porque su finalidad primera y última es conferir lugar a quienes la habitan.

Adentramientos

Adolph Menzel (1815- 1905) Joven en su escritorio (1847)

Conseguir una plena inmersión en el interior de una estancia no es el resultado de un simple irrumpir, sino de un moroso y delicado proceso de adentramiento.
Al efecto, son múltiples y complejas las ceremonias que realiza el cuerpo para conseguir vencer la tenue resistencia de la dimensión propia del interior: hay que vencer la dimensión histerotópica. El cuerpo prospecta las formas, materias y energías de la estancia a través de un proceso de conquista cognoscitiva, práctica y vivencial.
Hay colpoprácticas, prácticas propicias al adentramiento ritual y ceremonioso, que hay que saber observar, pulsar y dominar.
¿Hasta dónde llega la medición del lugar con los pasos?
¿Dónde y cómo se adopta un asiento?
¿Cómo se ajustan a la posición adoptada las condiciones ambientales del confort?

¿Cómo se ajusta el ámbito pericorporal a la estructura fundamental de la estancia?

Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (XXIX)


Blaine Ellis (1942)

Un edificio no es un fin en sí mismo; enmarca, articula, estructura, da significado, relaciona, separa y une, facilita y prohíbe. En consecuencia, las experiencias arquitectónicas básicas tienen una forma verbal más que una nominal. Las experiencias arquitectónicas auténticas consisten, pues, en, por ejemplo, acercarse o enfrentarse a un edificio, más que la percepción formal de una fachada; el acto de entrar, y no simplemente del diseño visual de la puerta; mirar al interior o al exterior por una ventana, más que la ventana en sí como un objeto material; o de ocupar la esfera de calor más que la chimenea como un objeto de diseño visual. El espacio arquitectónico es espacio vivido más que espacio físico, y el espacio vivido siempre trasciende la geometría y la mensurabilidad. 
Pallasmaa, 2005

El desarrollo consecuente de la estética de la experiencia arquitectónica concluye precisamente en lo que aquí se ha considerado una hipótesis de trabajo teórico: Los edificios son medios para que la arquitectura del lugar se realice en el vínculo que los relaciona con las personas que los habitan.
Era lo que queríamos demostrar y en Pallasmaa encontramos una secuencia sólida de argumentos al respecto.
Ahora es tiempo de afrontar el desafío de sentir, concebir y desarrollar la arquitectura en forma consecuente.

Reescrituras (IV): En busca del agua

John Henry Twachtman (1853- 1902) Lago encantado (s/f)

En principio, es forzoso ir a buscar el agua allí donde se encuentra, en precisas condiciones de espacio y tiempo. La limpieza del cuerpo es entonces un ritual moroso y tiene algo de aventura.
* * *
No debe creerse que la búsqueda ancestral del agua obedezca a una pura motivación higiénica.

En realidad, se trata de un ritual de un profundo significado existencial: buscar el reflejo propio en la superficie quieta, allí donde se revela que la persona tiene efectivo lugar. Luego de ello, la inmersión en ese elemento primordial capaz de esta crucial revelación.

Una voz: Antonio Porchia


En tanto uno aprende, ignora por dónde aprende.


Antonio Porchia

Inmersiones

Abraham van Strij (1753- 1826) El ama de casa (1811)

Es preciso observar qué actividades se realizan al habitar una estancia.
Toda actividad allí tiene principio en una inmersión en la esfera del lugar. El ámbito de la estancia constituye el medio circunstancial en donde el cuerpo desempeña sus comportamientos.
Los sujetos acomodan su estado al confort de la estancia: ajustan su cuerpo a la temperatura, a la ventilación, a la luz, ocupan el lugar según su disposición a las tareas, al estado emocional, a su compromiso circunstancial con la existencia.

Pero lo primero es sumergirse en la atmósfera amparada de la estancia

Plumas ajenas: Marina Garcés


Hay un desajuste o una distancia entre la vida y sus posibilidades, entre los hechos y los valores, entre lo que hay y lo que tendría que haber, entre lo que sabemos y lo que siempre entendemos que se nos escapa aunque no sepamos qué es. La lista de desajustes es infinita, porque son las múltiples caras de una misma distancia: la que recorre a velocidad infinita el pensamiento de un ser finito. Un ser finito, nosotros: eso que no sabemos dónde empieza y donde acaba pero que provisionalmente localizamos en el espacio y el tiempo como nosotros, los humanos. ¿Cuáles son los límites y las condiciones de posibilidad del pensamiento que se rebela contra su propia finitud y contra sus propios límites? Eso es lo que hace el pensamiento: ir más allá de lo que inmediatamente somos, pero no para encontrar cualquier cosa, sino algo que sea, de algún modo, verdad.  

Marina Garcés

Hablan los muros ciudadanos

Mural callejero en Ciudadela y Piedras, Montevideo

Montevideo es una de esas ciudades a las que se les va cayendo las personas hacia el ominoso abismo de la Otra Ciudad


Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (XXVIII)


Wilhelm von Gloeden (1856-1931)

Hay un indicio inherente de acción en las imágenes de arquitectura, el momento del encuentro activo, o una "promesa de función" y propósito. "Los objetos que rodean mi cuerpo reflejan su acción posible sobre ellos”, escribe Henri Bergson. Es esta posibilidad de acción la que separa la arquitectura del resto de formas de arte. Como consecuencia de esta supuesta acción, una reacción corporal es un aspecto inseparable de la experiencia de la arquitectura. Una experiencia arquitectónica significativa no consiste simplemente en una colección de imágenes retinianas. Los "elementos" de la arquitectura no son unidades visuales o Gestalt; son encuentros, enfrentamientos que interactúan con la memoria. "En dicha memoria, el pasado es incorporado en las acciones. Más que estar contenido separadamente en algún lugar de la mente o del cerebro, el pasado es un ingrediente activo de los mismos movimientos corporales que llevan a cabo una acción particular", escribe Edward S. Casey sobre la interacción entre memoria y acciones.
Pallasmaa, 2005

Aquí se avanza en una precisión importante. Si antes se contentaba nuestro autor con señalar al cuerpo humano como tal, particularizado en su piel y en el sentido del tacto, ahora se da un paso teórico más adelante: la interacción oportuna entre la arquitectura y el cuerpo humano en acción.
Esto supone una asunción de al menos tres estadios vinculares entre el cuerpo y la arquitectura. En primer lugar, la operación de las cosas. En segundo, su uso. Y, por último, y en un estadio más complejo y superior, la implementación de las cosas del lugar, de su ordenamiento y su arquitectura.
De este modo, se despliega un orden de consideraciones que ya desborda largamente el marco de lo estético específico para comprender la sustancia misma de la arquitectura.

Reescrituras (III) El largo viaje del agua hacia el interior de la casa

Alfred Stevens (1823- 1906) El baño

Ha sido necesario un prolongado proceso histórico y técnico el que conduce eficazmente el agua hacia el interior de la casa. El cuerpo, agradecido. No obstante, para los arquitectos no deja de ser un intruso incómodo y peligroso de humedades. Ya lo dijo Le Corbusier: Pour Viollet c’est facile: pas de tubes!
* * *

El puro aseo y la alimentación sana no son motivaciones suficientes para justificar tamaño proceso histórico. Es la purificación por la ablución ritual la que mueve las fuerzas históricas. Es la búsqueda del elemento mítico esencial para la construcción del ritual y ámbito íntimo. Es la recuperación simbólica de la Primera Sustancia del habitar, de las que todos guardamos confusa pero clara nostalgia.


Una voz: Antonio Porchia


¿Qué diría de la humanidad de hoy? Diría que sus calles son amplias.


Antonio Porchia

¿Hasta cuándo?

Leopold Graf von Kalckreuth (1855–1928) Hombre en su escritorio (1899)

Quo usque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?
Cicerón

¿Hasta cuándo seguiré escribiendo y lanzando botellas al mar de Internet? ¿Hasta cuándo esperaré los Signos o la palabra de Dios?
¿Hasta cuándo persistiré en este ya larguísimo y angustiado soliloquio?

¿Hay Alguien Del Otro Lado?

Plumas ajenas: Marina Garcés

Apostar por la filosofía hoy es rebelarse contra su imposibilidad y su muerte. Esto se ha traducido, demasiado a menudo, en posiciones justificatorias y en el fondo victimistas acerca de la defensa de la filosofía, como si fuera una especie en extinción que hay que preservar en un zoológico. Pero la filosofía no puede justificarse ni mucho menos preservarse. Todo lo contrario: tiene que practicarse y exponerse. Salir de allí donde se decreta su muerte para redescubrir su necesidad. Ya en 1978, la filósofa húngara Agnes Heller escribía: «La necesidad de la filosofía crece sin cesar; tan sólo la propia filosofía lo ignora todavía».

Marina Garcés

Observar y estar en el lugar

Carl Blechen (1798–1840) Ruinas de una iglesia gótica (1831)

Cuando observo este mundo, no soy de este mundo; me asomo a este mundo.
Antonio Porchia

La observación de este agudo albañil poeta es, como acostumbra, clarividente.
Hay en la actitud de observación que separa al sujeto del objeto un distanciamiento crítico dudoso. Un observador, si se asume en su condición, meramente se asoma al mundo, porque toma la distancia necesaria. Tanta que se sale de los confines del mundo, que, no obstante, habita.
Algo análogo sucede con la arquitectura: tomamos una distancia tal que apenas nos asomamos al puro hecho construido. Y no deberíamos hacerlo.

Porque somos de este mundo, también somos de nuestra arquitectura. No podemos afectar una falaz contemplación ni de uno ni de otro.

Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (XXVII)


Romualdas Pozerskis (1951)

El cuerpo sabe y recuerda. El significado arquitectónico deriva de las respuestas y reacciones arcaicas que el cuerpo y los sentidos recuerdan. La arquitectura tiene que responder a los rasgos del comportamiento primigenio conservados y transmitidos por los genes. La arquitectura no sólo responde a las necesidades intelectuales y sociales funcionales y conscientes del habitante de la ciudad actual; debe también recordar al cazador y agricultor primigenio que se oculta en el cuerpo. Nuestras sensaciones de confort, protección y hogar están enraizadas en las experiencias primigenias de innumerables generaciones. Bachelard las llama "imágenes que hacen salir lo primitivo que hay en nosotros", o "imágenes primordiales” “La casa natal ha inscrito en nosotros la jerarquía de las diversas funciones de habitar. Somos el diagrama de las funciones de habitar esa casa en concreto y todas las demás casas no son más que variaciones sobre un tema fundamental. La palabra hábito es una palabra demasiado gastada para expresar ese enlace apasionado de nuestro cuerpo que no olvida la casa inolvidable", escribe sobre la fuerza de la memoria corporal.
Pallasmaa, 2005

La hipótesis es seductora.
Aquí se ha sostenido que es el cuerpo humano vivo y en movimiento el arquitecto primordial del lugar. Puede que mucho aprendamos sobre la arquitectura si fuésemos capaces de arrojarnos al abismo interior, allí donde pudieran oírse las voces —primigenias, arcaicas, fundamentales— del cuerpo y de su núcleo sensible más íntimo.
Trabajaremos encarnizadamente sobre esta hipótesis.

Reescrituras (II): Habitar los umbrales

William McGregor Paxton (1869 – 1941) Dejando el estudio (1921)

La habitación de los umbrales tiene una tensión particular. El habitante muta dramáticamente de estado. Abandonamos unos ámbitos, una etiqueta y una actitud física y emocional para abordar otros, y al hacerlo, cambia uno en la historia de la vida. Pero durante el acontecimiento y la situación del umbral, vibramos con una cierta inquietud.
* * *

Esta pintura me ha resultado peculiarmente inspiradora.
El encanto radica en la situación de umbral, en la tensión emocional de su atravesamiento. Cuando empezamos a considerar el habitar de los lugares, solemos incurrir en una evocación de estancias, de demoras en ciertos ámbitos. Pero el atravesamiento de umbrales tiene un interés existencial que puede promover una atención peculiar a la contextura arquitectónica de éstos.

De esto proviene un moroso encantamiento con puertas, arcos,  ventanas y balcones. De esto proviene una atención particular a los modos activos de habitación: los tránsitos y los atravesamientos.

Una voz: Antonio Porchia


Casi siempre es el miedo de ser nosotros lo que nos lleva delante del espejo.


Antonio Porchia

El valor de la arquitectura corriente

Sevilla

Mientras que los objetos arquitectónicos singulares encandilan con su esplendor, la arquitectura corriente conforma contextos, culturas urbanas y tectónicas particulares. Las arquitecturas corrientes son el fundamento del tono y ritmo del habitar el lugar concreto.
Los objetos singulares se recortan nítidos de su fondo, mientras que la arquitectura corriente consigue, con la solidaridad cómplice del tiempo, configurar el contexto que confiere pleno sentido al habitar de los lugareños. Así, los objetos singulares constituyen emblemas figurativos, mientras que la arquitectura corriente es cabal escenario de la vida cotidiana en lo que tiene de identificación, apropiación y referencia.
Tal es el recorte figurativo de los objetos singulares que resulta que suelen hablar en voz muy alta y a veces estentórea; la arquitectura corriente murmura apenas con los ecos de la vida.  Por ello, conforma una madurada cultura urbana cultivada en la memoria morosa de la habituación.
Cada construcción es el resultado de una denodada lucha con la materia, la gravedad y el tiempo. Pero mientras que en los monumentos esta gesta es heroica, en la arquitectura corriente se respira el dominio ordinario de la cultura tectónica propia de lugares y tiempos históricos.

El quid de la verdadera experiencia del lugar está en los pulsos constantes y discretos de su arquitectura corriente. Este es su valor y debemos reconocerlo con sensibilidad y atención.

Los vehículos todavía no se adueñan en exclusiva de las calles

Edmond Grandjean (1844–1908) Paris, Place Clichy (1888)

Los parisinos de aquel entonces deberían haber advertido entonces el peligro del avasallamiento de los vehículos sobre los peatones.

Ahora ya es tarde.

Precedencias

Thomas Fearnley (1802- 1842) Paisaje con excursionista (1830)

Antes de recorrer mi camino yo era mi camino.
Antonio Porchia

Habrá un tiempo futuro en donde se tendrá por obvio y asumido que el ser humano precede a los lugares que habita.
Así, es el caminante el que origina y precede el camino.
Es el observador el que origina y precede al paisaje.
Es el habitante el que origina y precede a la arquitectura habitada.

Porque el camino no existe sin la marcha, ni el paisaje sin su fruidor, ni la arquitectura sin su locatario. Así de simple.

Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (XXVI)


Josep Masana (1892-1979)

Existe una fuerte identidad entre la piel desnuda y la sensación de hogar. La experiencia del hogar es esencialmente una experiencia de calidez íntima. El espacio de calidez alrededor de una chimenea es el espacio de la intimidad y confort finales. Marcel Proust ofrece una descripción poética de un espacio hogareño tal como se siente por la piel: "[Una] especie de alcoba impalpable, de cálida caverna abierta en el mismo seno de la habitación, zona ardiente y móvil en sus contornos térmicos" . Para mí, el sentido de vuelta a casa nunca ha sido tan fuerte como cuando veía una luz en la ventana de la casa de mi infancia en un paisaje cubierto de nieve al anochecer, la memoria del interior que suavemente calienta mis miembros congelados. El hogar y el placer de la piel se convierten en una sensación singular.
Pallasmaa, 2005

Toda teoría factible del confort arquitectónico se debería escribir sobre la piel humana.
¿Hasta qué punto la casa significa, en su fundamento último, una sagrada calidez íntima? No se trata en este caso de una sofisticada y extraña intuición, sino de una sensación tan tenue como familiar. Quizá si dejáramos hablar al cuerpo con su voz propia éste nos revelaría las claves que estamos buscando con la vista perdida en las direcciones equivocadas.
Es necesario sentir la arquitectura con la piel, prestar oídos a sus mensajes y, sobre todo, pensar en consecuencia.

Reescrituras (I): Hoy en la cocina

Andrea Commodi (1560-1638) Joven en la cocina

He aquí la alquimia que transforma lo Crudo en lo Cocido. Aquí se trabaja arduo en un ambiente poblado (Trate de oler la escena —si se anima—). El pintor no ha incluido en su encuadre el fuego del hogar, pero éste no puede andar muy lejos.
¿Es acaso el fuego del hogar el verdadero punto cero del habitar doméstico?
* * *
Así comencé a escribir en este blog, el 4 de julio de 2014.
Años más tarde se me ocurre que, ciertamente, el fuego del hogar es un punto cero del habitar doméstico, pero no el único. Hay también otro punto cero en lo más recóndito de la casa en donde aguarda inclemente el espejo. Hay otro punto cero en lo profundo de la tierra, allí donde tiene asiento y sustento la casa, ese suelo que hacemos territorio signado por un aquí originario. También hay otro punto cero allí donde la atmósfera respirable nos es más hondamente propia.

El lugar habitado es, de este modo, una estructura mucho más compleja que un espacio cartesiano tridimensional originado en un único punto.

Artículo interesante

El confinamiento es también un momento en el que cada uno se toma un tiempo y reflexiona...
Serge Halimi, 2020
Véase el artículo completo en
https://mondiplo.com/ahora-mismo

Plumas ajenas: Gabriel Markus


Tenemos que reconocer que la cadena infecciosa del capitalismo global destruye nuestra naturaleza y atonta a los ciudadanos de los Estados nacionales para que nos convirtamos en turistas profesionales y en consumidores de bienes cuya producción causará a la larga más muertes que todos los virus juntos. ¿Por qué la solidaridad se despierta con el conocimiento médico y virológico, pero no con la conciencia filosófica de que la única salida de la globalización suicida es un orden mundial que supere la acumulación de estados nacionales enfrentados entre sí obedeciendo a una estúpida lógica económica cuantitativa? Cuando pase la pandemia viral necesitaremos una pandemia metafísica, una unión de todos los pueblos bajo el techo común del cielo del que nunca podremos evadirnos. Vivimos y seguiremos viviendo en la tierra; somos y seguiremos siendo mortales y frágiles. Convirtámonos, por tanto, en ciudadanos del mundo, en cosmopolitas de una pandemia metafísica. Cualquier otra actitud nos exterminará y ningún virólogo nos podrá salvar.
Gabriel Markus, 2020

Apuntes de viaje (XXV) Una pausa en el tiempo


Iglesia de San Jorge en Ragusa Ibla, 2019

Hay un momento en la tarde en que todo parece detenerse un instante. Es el momento en que empieza a caer el día.
No es aún el crepúsculo, sino apenas la iniciación de la fatiga del transcurrir. Mientras que el tiempo de los relojes sigue su transcurso monótono y regular, la vida retiene por un rato el aliento y la tarde resplandece con un fulgor sosegado y pleno. En las escuelas, las maestras recogen en silencio las tareas, aunque todavía no es el momento de salir. Mientras tanto, en la iglesia de San Jorge de Ragusa, esa luz tan especial baña los cortinados. Y así, uno retorna en el espacio y en el tiempo.
Porque en ese instante el tiempo vivido se toma una satisfecha pausa.


Una voz: Antonio Porchia


Islas, puentes y alas: mis tres vidas separadas. Mis tres muertes unidas.


Antonio Porchia

Plumas ajenas: Franco “Bifo” Berardi


La revolución ya no era pensable, porque la subjetividad está confusa, deprimida, convulsiva, y el cerebro político no tiene ya ningún control sobre la realidad. Y he aquí entonces una revolución sin subjetividad, puramente implosiva, una revuelta de la pasividad, de la resignación. Resignémonos. De repente, esta parece una consigna ultrasubversiva. Basta con la agitación inútil que debería mejorar y en cambio solo produce un empeoramiento de la calidad de la vida. Literalmente: no hay nada más que hacer. Entonces no lo hagamos.

Soñar una alcoba

Joseph Mallord William Turner (1775 – 1851) Alcoba (s/f)

Puede ser difícil dar con las dimensiones ideales de una alcoba. Sin embargo, es tentadoramente hacedero soñar con un aposento adecuado, digno y decoroso, por más que se desdibujen ciertos detalles del atrezo.
A los efectos sólo hay que evocar las circunstancias propicias para el amor y el sueño: un efectivo equilibrio entre la holgura y la intimidad, un acuerdo entre el abrigo y la frescura de la ventilación, una penumbra propicia, una atmósfera a salvo de intromisiones, una discreta sordera que propicia el murmullo. Imposible resistir la tentación de ansiar con fervor un lugar en donde sea tan propicio el soñar, así como una gloria cotidiana el despertar.

El Existenzminimum moderno constriñe las dimensiones soñadas de la alcoba en el reducido dormitorio, ámbito de las rutinas,  las pesadillas y los azares de la sobrellevada vida conyugal.

Deslizamientos furtivos o ceremoniosas marchas

Galería Uffizi (Florencia)

Del pasillo, triunfante modo de comunicación de la modernidad funcionalista, podemos decir que tiene su origen no en la voluntad de unir estancias con una circulación compartida, sino de separarlas para facilitar la privacidad y discriminar la circulación. El pasillo, de hecho, tiene su origen en el esfuerzo para evitar la interferencia entre los señores de una casa y su servicio. Una paradoja ésta, la de separar en lugar de comunicar, que aún hoy sigue siendo una poderosa fuente de posibilidades.
Santiago de Molina, 2016

Hay lugares que rinden honor a las distintas actividades del cuerpo.
Una galería palaciega es un homenaje a la marcha, entendida como ritual del desplazamiento moroso.
Mientras tanto, la mezquindad opera degradando el contenido primero del ritual y luego del lugar continente. Así, la marcha ceremoniosa cede al deslizamiento furtivo. A consecuencia de ello, la amplia y generosa galería deja lugar al estrecho pasillo. El deambular, pleno de significado, se reduce a un expeditivo circular.

Así de mísera es nuestra vida corriente: no tanto por la falta de lugar, sino por la insignificancia relativa de nuestros actos.