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El cuerpo, la estructura del lugar y las poéticas arquitectónicas primordiales (V)


El cuerpo humano es una estructura estructurante cuyo titular es un existente.
Esto quiere decir que el campo habitado tiene en el horizonte un lugar propio y trascendente. El horizonte, lejos de confinar y de trazar una cintura en torno al lugar, abre dos dimensiones que se abisman más allá de su figura.
Por una parte, hay una, bautizada por Sloterdijk,  como alethotópica. Se trata de la dimensión a la que encaramos siempre con ansia y desde la cual se verifica la emergencia de lo que se desoculta, de lo que finalmente se alcanza a saber. Más allá de donde alcanza nuestra mirada acechante se ahonda la sima de donde provienen las revelaciones, las ocurrencias, lo nuevo del mundo.
Por otra parte y recíprocamente, en la porción que deja atrás el cuerpo y también tras el horizonte, se despliega la dimensión tanatotópica, también según la denominación del filósofo alemán. Es la dimensión de la memoria y de la muerte, de lo que la conciencia deja atrás, como duración de lo ya vivido, de la acumulación del recuerdo y también de los olvidos.

En estas dos dimensiones, nuestros lugares se abisman como a solo al ser humano le es dado tener lugar.

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