Sebastián
Salgado
A
efectos de desvelar ciertos aspectos ocultos de la buena vida, quizá sea
oportuno preguntarse por sus dimensiones humanas.
La
cuestión acerca de las efectivas magnitudes humanas de la buena vida, entonces,
puede comenzar a andar examinando su primer aspecto, esto es, el desplegado a
lo largo de la profundidad perspectiva. Toda vida humana implica un sentido de
marcha dirigido a un punto propio en el horizonte. Puede pensarse en que es
preciso transcurrir bien este espacio
y tiempo, esto es, consumar la experiencia plena y honda de esta larga y
esforzada marcha. Todo hace sospechar que este andar alternará el caminar
cansino y resignado con la vista baja tanto como con la errancia absorta en las
imaginaciones del cielo, pero, sobre todo, con la visión cabal y el
empecinamiento consecuente en pos del punto propio del horizonte. De este modo,
es preciso contar, siempre y en todo caso, con un punto apropiado en el horizonte
hacia el que dirigirse con clara evidencia, segura determinación y firme
gallardía.