Ginette Riquelme
(1972)
Nuestras
manos se perfeccionan constantemente en el arte de proliferar inscripciones
sobre el lugar.
El
gesto primordial es el asimiento de un objeto que se vuelve una cosa en el acto
de ser considerado para su colección, disposición y hasta lanzamiento. Y es un
aprendizaje que no cesa: hacemos de los objetos cosas y las manipulamos con
intensidad con el fin de conferirles significados propios y conexiones mutuas.
Las manos ordenan, limpian, separan los sitios, acondicionan las cosas de vivir
según una labor que se origina toda ella en el gesto del asimiento de la piedra
fundamental. Esa piedra que pudo adquirir una vocación inédita de proyectil,
tanto como se pudo volver una herramienta más o menos sofisticada, pero siempre
a título de cosa útil y, también, cosa con valor. Por obra de las manos nos
producimos un mundo de cosas que nos envuelve servicial, próximo e
insustituible.










































