Cristina García
Rodero (1949)
Puede
sospecharse que la antropología del habitar pudiera resultar de la interacción
de dos vertientes convergentes.
Por un
lado, la que elabora un asedio cognoscitivo al cuerpo habitante, mientras que,
por otro, avanza una complementaria que estudia los lugares de la vida
cotidiana. Toda vez que se constate que, en definitiva, no es posible escindir
comprensivamente a las personas del lugar que pueblan, ambos avances resultarán
necesariamente concurrentes.
La
antropología de los lugares de la vida cotidiana puede construirse sobre una
mirada sobre los enclaves que ofician de escenarios a la vida, según las
diversas condiciones sociales, culturales y económicas. Puede constituir una
mirada complementaria y un importante recurso metódico.








































