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La mesa servida

Alexander Austen (1891–1909) El gourmet (1909)

Puede entenderse que una mesa servida constituye un patrón de centro decididamente marcado y algo hay de cierto en ello. Pero no todo.
Una mesa servida es, asimismo, un patrón umbral: de un lado, el hambre puramente animal, del otro, la gastrosofía, esto es, el refinamiento puramente humano, superestructural y simbólico de la comida y la confortación.
También constituye un pasaje restaurador desde el apetito a la saciedad. También un hito recurrente en los recorridos cotidianos. También es una región de cruce de intercambios sociales. Incluso no es descabellado concebir la estructura social como una red de mesas servidas interconectadas

Una simple mesa servida es un territorio complejo merecedor de la más detenida atención, aparte de la consabida e insaciable gula.

Plumas ajenas: Baldomero Fernández Moreno

—«La torre, madre, más alta
es la torre de aquel pueblo,
la torre de aquella iglesia
hunde su cruz en el cielo.

»Dime, madre, ¿hay otra torre
más alta en el mundo entero?»
—«Esa torre sólo es alta,
hijo mío, en tu recuerdo».

Tu brazo de siete años
alcanzaba sin esfuerzo
una piedra a sus campanas
—«¿Te acuerdas, hijo?» —«Me acuerdo».

Pero la torre más alta
del mundo, es la de aquel pueblo.


Baldomero Fernández Moreno

Patrones (IV) Estancias habitaciones

Henri de Braekeleer (1840- 1888) Hombre sentado (1876)

La ilusión de una morada en el tiempo es el deseo de hombres y mujeres. La esperanza y el instante de la felicidad, únicos asideros para vivir esta errancia sin fin.

Octavio Paz
Allí donde nos demoramos, constituimos una estancia. Si este ámbito está arquitectónica y formalmente configurado, tenemos una habitación o un recinto.
Es a partir de la demora, del establecimiento, del asentarse, que los ámbitos se ordenan, componen y construyen. El cuerpo presente les confiere la existencia plena como lugares y dispone a su alrededor todo un orden de cosas a la mano, una composición de enseres y una contextura material signada por un para qué.

Muy luego que la vida le impregne su decidido y prolongado designio constitutivo, una habitación constituye una plena y palpitante arquitectura viva.

La forma arquitectónica de la crueldad

La Casa Mínima en Buenos Aires

Dos metros con cincuenta centímetros de fachada.
Buenos Aires resulta a veces cruel, despiadada, inclemente.


Reescrituras (VIII): La delimitación tenue del lugar

Arnold Lakhovsky (1880- 1937) La conversación (1935)

Con un elemental equipamiento, se constituye tenue, pero claramente un lugar. El lugar en donde es posible hablar, ser oído y replicado, sin que se escape mucha información hacia los que no están en precisamente allí. El lugar es un nodo de percepciones que se comparten de buena gana.
* * *




La arquitectura de los lugares se construye también con gritos, susurros y  músicas. Con esferas de confidencia y con amplitudes donde resuena el discurso estentóreo del poder. Y también con el silencio poblado de gestos y presencias. Los confines del lugar son las reverberaciones de todo aquello que nos es oportuno escuchar.

Trasposición de umbral

John William Waterhouse (1849- 1917) Psyche entra en el jardín de Cupido (1903)

Un umbral es un lugar especialmente señalado en donde es posible abandonar un mundo para irrumpir en otro.
Las puertas pueden cerrarse con contundencia y seguridad con el fin supremo de separar regiones, a la vez que pueden ser abiertas, para peregrinar de una a otra. Los umbrales tienen, a la vez, una naturaleza óntica y erótica: contribuyen tanto a la diferencia de las naturalezas como a las inmersiones, intercambios y pasajes.

Es una pena que de toda esa emocionante contextura apenas nos quedan, por obra de la habituación, de la vida desatenta de sí y del olvido, tenues estremecimientos que apenas percibimos al trasponer los umbrales.

Plumas ajenas: Baldomero Fernández Moreno

Aunque tuvieras, poeta,
un castillo en una cumbre,
un salón lleno de lumbre
y un gran sillón de vaqueta;
al llegar la noche quieta,
sobre mi hastío de pie,
me diría: bueno, ¿y qué?
y componiéndome el talle
me largaría a la calle,
a la calle y al café.

Baldomero Fernández Moreno

Patrones (III) Bordes

Jahn Ekenæs (1847–1920) Pescadores en la costa (1909)

¿No es humano el ir más allá de los límites, para crecer más allá de uno mismo, para luchar hacia la libertad?
Fernand Léger
Hay al menos dos operaciones arquitectónicas complementarias para conformar bordes: dar forma a los territorios de las regiones y desafiar dramáticamente a su traspaso.
En efecto, parece que las virtudes del territorio de las regiones parecen intensificarse diferencialmente: el borde sobresignifica los contornos de las figuras del territorio. A la vez y quizá por esta misma razón, parece peculiarmente interesante habitar de-uno-y-otro-lado.

Y así nos quedamos: asentados en una región y atisbando los signos lejano de otra. Encantados.

El crepúsculo de la retícula ortogonal

Superstudio Collage: Merienda

El eminente y olvidado pedagogo, Christian Heinrich Wolke, profesor de la igualmente egregia institución del Philanthropinum, en Dessau, preocupado por la enseñanza de la inteligencia ideó una habitación llena de objetos, secretas mirillas y armarios con la deliciosa intención de constituirse en una eficaz herramienta para “enseñar a pensar”. La habitación modulada con una retícula que era ocupada por cajones, números, imágenes y un sinfín de otros estímulos era, según la creencia del siglo XVIII, una idea desde la que estimular a la juventud a salir de la abulia mental o de la ignorancia.
Santiago de Molina, 2017
Por aquellos tiempos se había culminado un largo proceso que, a la vez que abstraía el espacio del lugar concreto, dominaba cognoscitivamente esta abstracción con la herramienta de los ejes coordenados de origen cartesiano.

En aquel interior latía una extraña utopía, aunque no sé si precisamente sobre el enseñar a pensar sino más bien sobre la retícula misma. En realidad la retícula como espacio continuo e indiferenciado, supone una amenaza en si misma porque sitúa al hombre frente al laberinto de lo perpetuamente repetido. Una idea que asomó muchos años después y en un lugar muy distinto.
Curiosamente la modernidad de la retícula de esa habitación de enseñar a pensar coincide con la que empleó el estudio italiano Superstudio en los años 60 y 70 del siglo XX. Aunque para Superstudio la retícula no suponía incluir en su interior ningún objeto. Su maraña de líneas y ejes no tenían la intención de contener más que la propia retícula como sistema infraestructural y laberíntico. Aunque lo más fascinante de la coincidencia en ambos casos es que, como suele suceder en la naturaleza, toda semejanza de formas se deriva de objetivos funcionales semejantes.
Santiago de Molina, 2017

Imposible no cometer tanto un rictus sardónico por la propuesta pedagógica, así como deslizar una casi lágrima de nostalgia e inocencia perdida de aquellos hippies setentosos.

Reescrituras (VII): La ciudad ideal del arquitecto

Piero della Francesca (1420- 1492) La ciudad ideal (1470)

Aparece muy decorosa, limpia y unitariamente concebida. Lástima que no tenga gente. En cada lugar hay un edificio concebido para cada estilo de ocupación y poblamiento. Se debería denominar quizá ciudad disponible, antes que ideal. Las ciudades reales se hacen, pese a quien pese, primero con los pobladores y luego con todo lo demás.
* * *

Para el arquitecto, como no podría ser de otra manera, la ciudad ideal es aquella concebida en forma integral en un solo y absoluto gesto de designio constitutivo.
Pero las ciudades reales son procesos, en donde el tiempo yuxtapone, superpone, corrige y olvida ciertos designios constitutivos siempre parciales, siempre conatos, siempre apuestas improbables hacia el futuro.

Sólo cuando todos comprendamos el derrotero histórico efectivo de las ciudades, asistidos por un riguroso método hermenéutico, podremos arrojar, aquí y allá, ciertos afortunados elementos urbanógenos que demostrarán su potencia, pertinencia y eficacia en el futuro.

El cuidado del fuego

Alexandre Antigna (1817- 1878) El incendio (1851)

Conviene no descuidar ni por un momento la tutela ritual del fuego central del hogar. El fuego, en sí mismo, no es el elemento sustentante primero de la casa.

El sustento de la casa, en verdad, es el cuidado del fuego.

Plumas ajenas: Cristina Fernández Ramírez y Eva García Pérez

La ciudad como espacio de concentración humana fue un lugar privilegiado para la fundación del capitalismo primero como lugar de acopio y transacción de bienes materiales, luego a partir de la producción de mano obra de procesos tecnificados, la ciudad se convertía en una fuerza productiva más por cuanto servía de soporte tanto a las condiciones generales de la producción y de la circulación del capital como a las condiciones de la reproducción de la fuerza de trabajo. Así visto, la ciudad no más que el sistema espacial a través del cual se desenvuelven los procesos de producción, circulación y consumo que necesitan de un soporte físico para tener lugar. En tanto soporte adquiere un valor de uso específico, que surge de la articulación de todos ellos y es diferente de cada una de las partes que lo componen. A pesar de los cambios que ha podido sufrir el sistema económico global, la ciudad sigue siendo un lugar exitoso y privilegiado para la reproducción de las condiciones de la vida, desde el trabajo y la vivienda hasta la producción del conocimiento. En este contexto el negocio inmobiliario es uno de los motores fundamentales del siglo XXI, más allá de su indiscutida responsabilidad en la detonación de la actual crisis del capitalismo global. Unido indisolublemente a la consolidación de la explosión urbana que se viene produciendo desde hace una década, es uno de los mayores negocios actuales cuya importancia queda probada por diversos fenómenos: desde el derribo de la favela asiática de Dharavi en Mumbai hasta la célebre conversión de las ciudades chinas en bosques de rascacielos, pasando por las torres de Dubái, Sao Paulo… la ciudad puede destruirse y reconstruirse en un solo gesto.

Cristina Fernández Ramírez y Eva García Pérez, 2014

Patrones (II) Sendas

John Atkinson Grimshaw (1836- 1893) Enamorados en un bosque (1873)

En cierta forma, la vida es una larga marcha siempre dirigida a un punto inalcanzable del horizonte.
Por eso, el lugar habitado, por excelencia y desde mucho tiempo, no es otra cosa que una prolongada senda. Lo que sucede es que prestamos mayor atención y reflexión a la demora en las estancias y a los incidentes en ciertos cruces de camino
Una senda es un patrón de habitar de una peculiar, primitiva y arcaica constitución. Es mucho más que un mero expediente para unir dos puntos distantes.

Por ello, una senda merece ser vivida con un profundo sentido del valor de las errancias.

Estética del decoro

Anónimo Fotografía familiar de 1930

Suele confundirse el decoro con la pudibundez, por una parte y con el mero ornato, por otra. Y es inapropiado.
Hay en el decoro una idea de una virtud estética relativamente facultativa. Mientras que la estética de la adecuación aparece íntimamente ligada al carácter de útil y la estética de la dignidad puede entenderse inherente a la humanidad del usuario, el decoro en las cosas de las personas parece ser un cierto excedente por encima de la pura adecuación y dignidad: una atención a las conveniencias sociales. Esta noción de excedente conveniente a la presentación del sujeto social es un resabio ideológico burgués.

Debe construirse una estética del decoro que no tenga a éste como excedente facultativo, sino como signo de la plena pertenencia e inclusión social de los sujetos.

Reescrituras (VI): Puerta (torii)

Judith Gautier (1845- 1917) El Japón  (p. 16) (s/f)

Un torii separa dos territorios: uno sagrado y otro mundano, pero a la vez es el dispositivo para pasar de un territorio a otro. Esto es lo que hacen las puertas, todas las puertas: lo que sucede es que damos siempre valores diferentes a cada territorio.
* * *
El atravesamiento de los umbrales tiene de suyo una naturaleza dramática que la habituación vuelve leve.
Cuando pensamos en una arquitectura de mediana complejidad por lo general tenemos en mente una composición determinada de estancias y pasajes. Pero puede ser aleccionador considerar una depurada cadencia de puertas y umbrales como una estructura por la que transcurre, incesante, la vida misma.

Quizá entonces podríamos recuperar el valor ritual de cada una de las puertas.

Una voz: Antonio Porchia


Prefiero al mejor de los refugios las puertas de cualquier refugio.


Antonio Porchia

Exploraciones y habituaciones

Adolph Menzel (1815- 1905) Velada (1847)

A toda inmersión en el interior de un lugar le suceden dos actividades diferentes y complementarias: la exploración y la habituación.
Con la exploración, el cuerpo obtiene las informaciones concurrentes para el reconocimiento o apercepción de la estructura y arquitectura del lugar.
La habituación, por su parte, supone un aprendizaje primitivo, signado por el decremento de la respuesta del sujeto a un estímulo, volviéndolo irrelevante.
Ambas actividades son complementarias al efecto de situar al cuerpo en el lugar: mediante la exploración descubrimos la contextura del lugar y a través de la habituación acomodamos serenamente el cuerpo en su lugar.

La semiótica arquitectónica debe operar con ambos procesos en concurrencia: el acomodo del cuerpo en los lugares debe resultar claro y contundente, a la vez que llevadero en umbrales muy bajos de atención.

Patrones (I) Centros

Nicolaes Maes (1634- 1693) Anciana orando (1656)

Quién ha escogido el centro por morada, ve de una ojeada lo que está en la periferia.
Angelus Silesius

El campo habitado está signado por su constitucional anisotropía.
Esto significa que ni el espacio, ni la energía, ni la significación de cada región del lugar se distribuyen regularmente, sino que, aquí y allá se reconocen puntos notables o, para ser más precisos, centros.
A estos puntos nodales le destinamos una clara atención. Según su estatuto, ordenan la disposición de nuestro vivir de los lugares. Concentran y difunden la luz, el calor, la palabra y los dones.

Dirigidos hacia ellos, oramos sin término.

Estética de la dignidad

Karl Ehn (1884–1957) Karl Marx hof (1930)

El ser humano es un ser-en-situación.
De ello se infiere que su dignidad como ser humano comprende el conjunto de condiciones que hacen posible su existencia. El lugar habitado debe ser tan digno como dignos son las personas que lo ocupan. Tal cuestión es tanto de contenido ético como de expresión estética. El contenido ético necesario de la dignidad del lugar habitado por el hombre es indisoluble de su expresión estética decidida y franca.

Los arquitectos comprometidos por la conformación del hábitat popular no deberíamos olvidarlo nunca.

Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (XXX)


Serguéi Prokudin-Gorski (1863-1944)

El encuentro con cualquier obra de arte implica una interacción corporal. El pintor Graham Sutherland expresa su opinión sobre el trabajo del artista: "En cierto sentido, el pintor de paisajes casi debe mirar el paisaje como si fuera él mismo; él mismo como un ser humano". Según Cézanne, "el propio paisaje piensa en mí y yo soy su consciencia". Una obra de arte funciona como otra persona con quien uno conversa inconscientemente. Al enfrentamos a una obra de arte proyectamos nuestras emociones y sensaciones sobre la obra. Tiene lugar un curioso intercambio: prestamos nuestras emociones a la obra, mientras que la obra nos presta su autoridad y su aura. Finalmente, nos encontramos a nosotros mismos en la obra. La idea de "identificación proyectiva" de Melanie Klein propone que, de hecho, toda interacción humana implica la proyección de fragmentos del yo sobre otra persona. 
Pallasmaa, 2005

La consideración acerca del paisaje corona por todo lo alto el ejemplar desarrollo teórico de nuestro autor.
Porque no se trata de cosas externas a nuestra condición existencial, paisajes y arquitecturas son asunto íntimo: somos —apenas, pero no menos que— la consciencia del mundo que construimos y sobre el que proyectamos nuestra condición más propia.

Reescrituras (V): Una escalera para un filósofo en actividad

Rembrandt (1606- 1669) Filósofo meditando (1632)

Si uno tuviera el raro privilegio de proyectar un espacio para la meditación de un filósofo, seguramente fuera una feliz idea construir una escalera como ésta. Porque una escalera así no se contenta con comunicar un nivel físico con otro, sino que sobre todo estimula el pensamiento y la especulación.
* * *

¿Cómo no embelesarse con la geometría excelsa de su desarrollo?
¿Cómo no detenerse en la intriga de su sustentación?

¿Cómo no contemplar el modo en que la escalera sólo es tal en la circunstancia en que marchamos a su través?

Memoria y honor a los trabajadores en su día

Walter Howard (1910- 2005) “Joven constructor”